En mi experiencia de escucha en Chile y España, aprendí que una de las primeras cosas que hay que hacer al iniciar un acompañamiento a un superviviente de violencia sexual, aparte de creerle, es tratar de desculpabilizarle.
Existe una gran posibilidad de que la víctima se sienta culpable, que juzgue a su niño interior que no supo defenderse; tal vez se pregunte: “¿Por qué no grite?” o “¿Por qué no salí corriendo?” o ¿Cómo no me di cuenta de que aquello era malo?”. Pero lo que está juzgando, lo hace desde su conciencia de adulto. Así, desculpabilizar es una manera de ayudar a perdonar a ese niño interior, a ese ser que no tenía el modo de escapar de aquella situación. Y es que algunas víctimas, niños y adultos, vivieron un proceso de grooming: fueron manipulados y atrapados mediante la culpabilidad, lo que no les permitió salir de esa relación.
Resulta importante ayudar a entender que la culpa se hace visible en distintos momentos del proceso de sanación:
Así pues, un proceso de acompañamiento debe consistir en mostrarle a la víctima o superviviente los efectos de la culpa, con la intención de aliviar o procesar la angustia producida por el abuso, para que la resignificación de su historia le ayude a entender que se está escribiendo una nueva historia sobre tablas de salvación.
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