La semana pasada estuvo el Papa Francisco de visita en Canadá, con un tema central que anunció días antes de su partida: Pedir perdón a los pueblos originarios por el trato que instituciones a cargo de la Iglesia católica dieron a niñas y niños de esas comunidades ancestrales.
En Twitter, antes de tomar el avión escribió: “Vengo a reunirme con pueblos autóctonos. Espero que, con la gracia de dios, mi peregrinación penitencial pueda contribuir al camino de la reconciliación ya iniciado”.
Los pueblos originarios de Canadá representan el 5% de su población. Desde finales del siglo XIX hasta 1990, 153,000 niños y niñas de los pueblos originarios de Canadá fueron llevados a instituciones dirigidas por la Iglesia católica.
Por décadas en internados y colegios, subvencionados por el gobierno, las niñas y niños fueron sometidos a un proceso de asimilación forzada, para lograr su integración social.
Con ese objetivo por años fueron apartados de sus familias, de su lengua materna, de su cultura y de sus tradiciones. Por más de cien años 139 instituciones hicieron ese lamentable trabajo.
Investigaciones de los últimos años, ordenadas por el gobierno, en las que colaboró la Iglesia de Canadá, sacaron a la luz del día que muchos de las y los internos fueron objeto de un trato inhumano y abusos sexuales.
Se calcula que 6,000 de ellos murieron en esos centros por negligencia en su atención, enfermedades y desnutrición. Han sido identificados 4,120, pero falta todavía saber qué pasó con 1,880 de ellos.
A la llegada del papa el gran jefe de las Naciones Originarias afirmó que “en estos momentos mucha de nuestra gente se siente escéptica y está dolida”, pero esperamos que con la disculpa del Papa “podamos iniciar un recorrido, para sanar”.
El Papa de manera abierta pidió perdón a los indígenas de lo que llamó “un error devastador”. Dijo que estaba “profundamente dolido” por los errores cometidos por la Iglesia en el proceso de integración forzada.
De manera puntual dijo: “Pido perdón humildemente por la manera en la que lamentablemente muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas”.
En su recorrido por Canadá, el Papa se reunió con víctimas de esos internados a quienes reconoció que: “Las políticas de asimilación y desvinculación, que incluía el sistema de escuelas residenciales fueron nefastas, para las gentes de estas tierras”.
Una de estas dijo: “He esperado 50 años para esta disculpa y finalmente la encuentro”. Lamentó que otros de sus compañeros de colegio no la hayan podido oír porque ya murieron “por suicidio, por adicción a las drogas y otras sustancias”.
Falta mucho camino por recorrer, pero el proceso de sanación ya ha iniciado. El Papa Francisco, una vez más con valor y humildad, da la cara ante los errores e incluso crímenes cometidos por integrantes de la Iglesia.
Los artículos de opinión son responsabilidad del autor.
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