En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
La tentación la preparación para Jesús
Estamos ya en el segundo domingo de Cuaresma y, como se hace todos los años, leemos el pasaje de la se ve reflejado al final del pasaje de la transfiguración cuando Jesús prohíbe a los suyos divulgar lo que habían visto hasta que “el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos”.
Algo que debemos notar es la función que adquiere este texto dentro del plan de la Cuaresma, porque dentro del proceso cuaresmal, en particular aquí nos referimos a la progresión de lecturas dominicales, esta lectura de la transfiguración del Señor Jesús en un monte alto.
Este pasaje es mencionado en todos los evangelios sinópticos, es decir San Mateo (17,1-9), San Marcos (Mc 9,2-10) y San Lucas (9,28-36). El contexto en que se encuentra este pasaje, sin excepción en los evangelios, es después del primer anuncio de la pasión.
Estas palabras de Jesús escandalizaron a Simón Pedro y los demás, pero Jesús fue muy firme en rechazar la reacción inadecuada de los suyos. Sin embargo, el pasaje de la transfiguración es una confirmación de parte de Dios Padre a propósito de la confiabilidad de las palabras de Jesús con respecto a que la misión del Señor Jesús pasaba por la pasión y muerte para llegar, definitivamente, a la resurrección.
Este contenido sigue invariablemente a la de las tentaciones a las que se sometió el Señor Jesús en el desierto. El contexto propio de las tentaciones es la preparación inmediata del inicio del ministerio de Jesús no está muy cercano al pasaje de la transfiguración que supone el inicio de la subida a Jerusalén, después del ministerio en Galilea.
La relación entre ambas lecturas es sobre todo pastoral. En el primer domingo la comunidad es invitada a vencer con Cristo las insinuaciones del maligno, y en este domingo es llamada por la voz del Padre a hacer caso a lo que Jesús diga y haga, puesto que él es el Hijo Amado del Padre.
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