Todo indica que el actual grupo gobernante está condicionando la libertad de expresión en medios de comunicación, fenómeno que se agudiza a medida que avanza el proceso electoral. Para los observadores, es cada vez más claro cómo se controla la línea editorial: la política de la mayoría de los grandes medios de comunicación, de no mostrar los errores del gobierno y, en cambio, magnificar sus intrascendentes resultados, favorece la imagen de los candidatos del partido oficial.

Ya no se trata sólo de la apabullante propaganda política que día a día realiza el Presidente de la República, manipulando los datos, desprestigiando a sus adversarios y desviando la atención de lo importante; ahora también se presiona a los medios para que hagan lo mismo.

Se va cerrando el espacio entre la línea editorial -que ya está totalmente controlada- y la opinión de los analistas que de manera personal han venido expresando sus puntos de vista con mucha libertad, pero que paulatinamente van siendo sacrificados por presiones del gobierno o por autocensura para evitar problemas.

Un signo claro es la aparición constante de encuestas sesgadas, que marcan una gran distancia entre el partido oficial y la oposición. Los dos únicos periódicos de circulación nacional que mantenían su independencia editorial finalmente han sido cooptados, El Universal y Reforma, abriendo sus páginas a la propaganda oficial mediante encuestas a modo, cuya finalidad es desalentar a los electores.

Quedan dos espacios que se resisten al control de estos aprendices de dictadores: la prensa que aún da voz a analistas valientes y talentosos; y las redes sociales, donde la ciudadanía expresa todos los matices de la opinión pública.

Es una pena la situación que vive la prensa nacional. Necesitamos salir en defensa de la libertad de expresión. Las elecciones son un buen momento para expresarnos en defensa de la libertad.

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Pbro. Mario Ángel Flores

Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios.

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