Entramos, quizás, en la época más alegre y familiar de todo el año: la Navidad. Hoy más que nunca, pedimos a gritos ese espacio para desconectarnos de todo lo que nos rodea, olvidar por unos momentos el dolor que ha traído el Covid-19 y todo aquello que hemos enfrentado en este año.
Mientras eso sucede, laboralmente todos estamos terminando de cerrar el año, haciendo análisis de los resultados, proyecciones y planeaciones para el siguiente. Los estudiantes terminan sus exámenes finales y esperan calificaciones, y poco a poco todo va tomando su lugar.
La Iglesia, en su sabiduría, nos regala el tiempo litúrgico del Adviento. Es quizás una de las mayores genialidades que existen en el mundo, porque para poder disfrutar de la Navidad, debes tener la mejor disposición para vivirla. Así, como en las grandes ocasiones, hay que preparar el corazón para regresar a lo importante: la familia y los amigos, el amor y sobre todas las cosas, Dios.
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Este tiempo de preparación consiste en disponer el alma para encontrarse con el Señor. Y en este espacio me gustaría proponerte 2 consejos para que puedas vivir este tiempo litúrgico con mayor profundidad y desprendimiento.
1. No todos esperan este tiempo con gran ánimo
Este tiempo es de gran esperanza e ilusión para la mayoría de nosotros, sin embargo siempre está esa persona que por azares del destino, se encuentra con realidades crudas y sin sentidos en estas fechas. Puede ser la pérdida de una persona importante en su vida, alguna experiencia que haya dejado un trago amargo en su ser, como algún divorcio, enfermedad o distanciamiento.
Busca en tus familiares y amigos cercanos a esa persona a las que estas fechas la hacen vulnerable y trata de ser un presente esperanzador en su vida. Una llamada cada ciertos días, enviarle un detalle en los días festivos o simplemente tenerla muy presente en tus oraciones te ayudará a salir de ti para llevar la buena nueva a alguien amado tuyo.
2. Busca apoyar de manera generosa a alguna comunidad o grupo en su causa.
Hablamos mucho de que estos son tiempos para dar y compartir, sin embargo en la práctica terminamos dándole a quienes menos lo necesitan, aquello que nos es fácil dar. Y no es que esté mal tener detalles con tus familiares y amigos, ¡eso es genial! Sin embargo, a veces la Navidad termina siendo algo superfluo y sin sentido. Trata de darle a tus seres queridos algo más que un regalo: tu tiempo, tu buen carácter, actos de servicio, consejos, miradas y sonrisas que puedan atesorar por el resto de sus días.
Y te invito a que te des el tiempo para buscar una causa o grupo que necesite el apoyo económico para salir adelante. Sé generoso con tus bienes para aquellos que generosamente buscan hacer el bien y construir una cultura de paz. Y si puedes no sólo hagas un donativo, sino que asiste a sus eventos virtuales, forma parte de sus voluntarios e involúcrate de manera más activa en esa causa.
*Alison González es vocera de la organización Pasos por la Vida.
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