“Acabo de ir al médico, me dice que tengo todos los síntomas, que soy sospechoso de tener Covid, me tengo que ir a hacer la prueba para confirmarlo”, así me comunicaba un colega de la oficina, una muy alta probabilidad de que yo fuera portador del virus.

Desconozco si en algún momento de esta pandemia haya sido portador asintomático o si haya estado al lado de alguien con una carga viral alta, y tal vez la corriente de aire me haya sido favorable. Lo más seguro es que nunca lo sabré.

Cuando la mente no registra el riesgo, ninguna alarma se enciende, “el que nada sabe, nada teme”, la ignorancia mantiene el status quo, se preserva la percepción de la realidad. Cuando recibimos la noticia y se percibe el riesgo, el peligro, la amenaza, la mente comienza a disparar miles de escenarios, desde los más trágicos hasta los más simplistas.

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Así, cuando supe que estuve expuesto al virus, cambió la forma de asumirme en este planeta, ¿seré sólo asintomático? ¿en qué momento comenzarán los síntomas como los de aquel médico que se enfermó o de aquella persona que conocimos y que ya murió? Durante el camino a casa, pensaba: ‘¿cómo le diré a mi familia que soy sospechoso “común”? ¿qué implicaría para mi esposa y mis hijos esta noticia?’

Arrieros somos y en el camino andamos; la realidad que han pasado millones de personas había llegado, tenía que confirmarlo objetivamente mediante una prueba, el resultado esperado era binario: positivo o negativo. ¿Qué desencadenaría ese veredicto del laboratorio?

Negativo, eso decía el PDF que llegó. Doy gracias a Dios, como una forma de compartir con Él esta Buena Nueva (porque no creo que quienes se han contagiado haya sido por voluntad de quien es la Vida).

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Ahora, ¿a seguir viviendo igual? ¿cuántas personas están actualmente aisladas, sin posibilidades de trabajar, de salir, de convivir? ¿cuántas han muerto y ahora son simples estadísticas, cuando realmente son vidas que dejaron un hueco en una familia, en una comunidad?

Es momento de vivir desde la compasión, de tejer juntos acciones que brinden esperanza a los que necesitan ayuda. A seguir cuidándonos entre todos porque entre el fallo positivo y el negativo siempre estará la vida de por medio.

PD: Para hacer un mundo más fraterno, te invito, en la medida de tus posibilidades, a sumarte a la campaña @ConCausaMX donde la sociedad civil está atenta a las familias de los niños y niñas que padecen cáncer, toda aportación es valiosa para que compren sus medicinas.

 

Síguelo en Twitter como: @abrahamrodrigo

Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.

Abraham Flores

Educador. Casado y padre de tres hijos. Ingeniero químico con estudios de filosofía, antropología, teología e impro teatral. Desarrollador de procesos creativos para empresas, instituciones (eclesiales y gubernamentales), organizaciones de la sociedad civil. Evaluador de proyectos de inversión y consultor en procesos de desarrollo del cliente. Flp 4,13.

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