La educación juega un papel muy importante para el progreso y bienestar de las naciones, propicia crecimiento, cultura y enaltece los valores, además de ser parte fundamental para el desarrollo integral de las personas.
Desafortunadamente, México ocupa uno de los últimos lugares a nivel mundial en materia educativa. Los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Alumnos (PISA) 2015, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), nos muestran que el 48 % de los estudiantes mexicanos de 15 años, no logra alcanzar el nivel mínimo de competencias en ciencias y sólo el 0.1 % logra alcanzar niveles de competencia de excelencia; el 42 % no logra los niveles mínimos en lectura y el 0.3 % alcanza los niveles de excelencia; el 57 % no logra el nivel mínimo de competencias en matemáticas y el 0.3 % alcanza niveles de excelencia en esta materia.
Nuestro país enfrenta una verdadera emergencia educativa, por lo que, en los últimos años, se han realizado diversas consultas sociales y una reforma con la finalidad, no sólo de mejorar los resultados a nivel internacional, sino también de desarrollar competencias en los alumnos para formar mejores ciudadanos.
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El gobierno actual ha decidido crear una nueva reforma educativa, cancelando mucho de lo que ya se había construido y despertando algunas inquietudes y controversias, y ha emprendido un nuevo rumbo en educación.
Lo primero que debemos cuestionarnos al crear una reforma educativa es qué tipo de ciudadanos queremos formar para una nueva sociedad, lo que demanda una educación auténtica, con un nivel de calidad que permita a los estudiantes un mejor desarrollo de sus habilidades y una formación integral.
Sin duda, uno de los temas que debe contemplar la reforma es la evaluación magisterial y el concurso de plazas, para evitar la opacidad y la discrecionalidad que en tiempos pasados hizo mucho daño al Sistema Educativo. Las plazas magisteriales deben obtenerse por méritos y no por negociaciones políticas o por un pago económico, totalmente ilegales. La evaluación docente debe servir para encontrar áreas de oportunidad en la capacitación magisterial.
Se necesita una participación real y activa de los padres de familia en cada plantel escolar, los padres deben opinar en lo que necesita el plantel, en el gasto educativo, incluso, deben participar en el desarrollo de planes y programas de estudio. Además, los Consejos Escolares de Participación Social deben fortalecerse y dotarlos de autonomía en los temas a tratar, para que sean un verdadero pilar que contribuya al mejor funcionamiento de los planteles escolares. Sólo con la participación de todos los sectores podemos crear comunidades educativas.
Se debe garantizar el derecho a aprender, además, los menores deben contar con la garantía de que su educación sea de calidad, no sólo se necesita trabajar en la cobertura, es necesario también bajar los niveles de deserción, teniendo siempre como meta un servicio educativo acorde a nuestros tiempos y a los estándares internacionales.
Educación inclusiva que contemple a todos los sectores, sin excepción alguna, todos los mexicanos deben tener acceso a una educación de calidad; hacer distinciones, excluye a algunos de este derecho.
Un Instituto autónomo, que evalúe todos los componentes de la educación y proponga política educativa, como lo hace actualmente el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), y que se ha planteado su desaparición, lo cual sería lamentable, pues sólo lo que se evalúa se puede mejorar, y la educación no es la excepción.
Muchos otros componentes deben contener la nueva Reforma Educativa y muchos vicios se deben eliminar. Queremos que en esta nueva etapa del país se hable más de educación y mucho menos de política realizada desde el sistema educativo. La educación debe ser el eje rector de las políticas públicas del país.
Por último, es necesario que todos los sectores del país nos unamos para colaborar en la construcción de una educación de calidad, sólo unidos podemos superar la emergencia educativa en la que nos encontramos. El resultado debe ser un México con mejores oportunidades, un país donde todos podamos desarrollarnos mejor, con una sociedad más justa y en paz.
Las plazas magisteriales deben obtenerse por méritos y no por negociaciones políticas o por un pago económico.
*El autor es Presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia.
Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión, y no necesariamente representa el punto de vista de Desde la fe.
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