Asistir a la iglesia es un coadyuvante en la conservación de la salud mental… y la ciencia lo respalda.
Así como aporta beneficios para el alma, la asistencia frecuente a misa u otros servicios espirituales se relaciona con índices más bajos de depresión y ansiedad, entre otros beneficios detectados en un estudio en más de 6 mil personas mayores de 50 años, en Irlanda.
Para generar los resultados publicados en Research on Aging, la Dra. Joanna Orr, de la Trinity College de Dublín, realizó una serie de entrevistas sobre depresión y asistencia a servicios religiosos, y encontró que la práctica religiosa con otras personas ofrece un tipo de apoyo social y emocional para combatir el aislamiento de vivir en soledad.
La conectividad social funge, además, como predictor de la salud mental, mientras que los valores desarrollados a través de la convivencia ofrecen una mayor capacidad de lidiar con el estrés. Un estudio del Center for Research on Men’s Health, de la Universidad Vanderbilt en Nashville, concluyó que quienes acuden a servicios religiosos con regularidad tienen menos respuestas físicas al estrés, manifestadas en indicadores como niveles de cortisol y cambios en la función inmune.
Sin duda, pocas actividades generan un sentido de comunidad con lazos tan fuertes como la religión, y en este presente, conocer los beneficios de la práctica de la fe puede ser un factor determinante en el futuro.
Según proyectan los expertos, para 2030 los problemas de salud mental serán los principales causantes de discapacidad. Esta perspectiva tiene un respaldo en la actualidad: 15.6% de las y los mexicanos padecen depresión, según el INEGI, y las atenciones del Consejo Ciudadano de la CDMX por contención emocional subieron 83% entre 2020 y este año. Datos que debemos tener en cuenta ahora que este 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental.
Conocer los factores que dan pie a una mayor vulnerabilidad a padecer trastornos mentales, permitirá implementar estrategias de prevención para evitarlos y acercarlas a quienes más las necesitan.
Las personas que viven en situaciones de desventaja —indígenas, migrantes, mujeres en entornos violentos, población con bajos niveles educativos, desempleadas o fuertes problemas familiares— son más vulnerables a los padecimientos emocionales.
Los reportes a la Línea de Seguridad y Chat de Confianza, 55 5533 5533, que opera 24/7, gratis y confidencial, indican que las principales problemáticas son conflictos con la pareja o familiares, violencia en el hogar, ansiedad, depresión, duelo o desesperanza.
En la iglesia encontramos un alivio que podemos fortalecer en lo individual con hábitos como dormir las horas adecuadas, alimentarse sanamente, ejercitarse o convivir con la familia, amistades y la comunidad.
Un conjunto de acciones para vivir en plenitud.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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