Hace un año y medio inició la 64 legislatura del Congreso de la Unión con una particularidad: un grupo parlamentario, sumando a sus aliados, consiguió mayoría absoluta, y ha podido aprobar sus propuestas sin considerar los argumentos de los grupos opositores.
Esta mayoría, sacando provecho de su posición, ha presentado iniciativas que atentan contra el derecho a la vida, las mujeres y la familia.
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La más reciente fue en la primera semana de febrero, en el marco de la sesión de la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados. Ahí se discutió la opinión de este órgano acerca de una iniciativa presentada por diversas diputadas y diputados de la mayoría legislativa, que plantea adiciones a la Ley General de Salud, entre las cuales contempla la legalización del aborto bajo la figura de interrupción legal del embarazo.
La iniciativa establece que el Gobierno debe garantizar la gratuidad del aborto hasta las 12 semanas de gestación en las instituciones públicas de salud del país.
El argumento a favor ya es conocido: la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo; pero lo que no se dice, es que en la defensa de la vida se protege a un ser humano que se gesta dentro de su cuerpo, pero no es parte de él.
Diversos estudios cientìficos confirman que desde la concepción se crea un nuevo ser, el cual posee una identidad genética propia, distinta a la que tienen quienes le transmitieron la vida y que regula su propio desarrollo desde ese momento.
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Ninguna ley puede ir contra la evidencia científica de que el embrión es un ser humano diferente a su madre, perfectamente identificable y con ADN propio, puede ser de otro sexo y poseer un grupo sanguíneo diferente, e incluso puede estar enfermo y la madre no, o viceversa.
Otro de los argumentos que se esgrimen para aprobar el aborto es que se trata de un tema de justicia social. Yo me pregunto: ¿privar de la vida de manera cruel al más desvalido de los seres humanos abona a la justicia social? Más bien abona a la degradación de una sociedad que cada vez le pierde más y más el respeto a la vida, sin dejar de mencionar los daños documentados a quien se practica un aborto, como pueden ser los físicos, psicológicos y morales.
Para contrarrestar los argumentos de siempre, debemos consolidar y trabajar por un verdadero apoyo a la mujer. Juntos, sociedad y Estado, debemos llevar a cabo las acciones necesarias para prevenir los embarazos no deseados.
Sin duda, toda mujer que se encuentre ante un embarazo inesperado vive momentos muy difíciles. Por ello, los distintos niveles de gobierno deben garantizarles la atención, cuidados y apoyos necesarios que la ayuden a salir adelante sin que su cuerpo y mente sufran menoscabo.
Se requiere brindar desde las escuelas educación sexual adecuada, promover la paternidad responsable, facilitar los procesos de adopción, atender la violencia intrafamiliar, promover la igualdad desde el hogar, propiciar la conciliación de las responsabilidades del hogar y del trabajo, capacitar laboralmente a las mujeres para que puedan desarrollar actividades productivas desde su hogar, entre otras acciones.
Como sociedad, en nuestras propias familias, también debemos formar y educar a nuestros hijos e hijas sobre estos temas, pues no hacerlo puede traer graves consecuencias para ellos.
No podemos quedarnos callados cuando todos los mensajes externos que llegan a nuestros hijos les promueven lo contrario. Padres y madres debemos ejercer responsablemente nuestra paternidad.
Pero, ¿Qué pasó con la opinión de la Comisión? Aprovechando su mayoría ficticia y tras un acalorado debate, se aprobó en sentido positivo la opinión a la iniciativa a favor del aborto, desestimando la violación a tratados internacionales suscritos por México en el tema del aborto.
Aquí no acaba la batalla. La iniciativa tiene que ser dictaminada en la Comisión de Salud que se reunirá en los próximos meses. Por eso es importante estar alertas y unidos para defender este derecho humano fundamental, pues sin él ningún otro derecho tiene razón de ser.
Cuentan con nosotros para seguir defendiendo el DERECHO A LA VIDA y les hago una invitación para que nos ayuden exigiendo a sus diputadas y diputados que hagan lo consecuente.
¡Sí a la vida!
* La autora es secretaria de la Comisión de Derechos Humanos e integrante de la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados.
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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