Columna invitada

Cómo leer las noticias en tiempos de redes sociales

La inmediatez de las noticias, preguntas y respuestas a través de las redes sociales nos hace perder la capacidad de reflexión y de escucha. Las nuevas tecnologías de la comunicación han revolucionado nuestra forma de vivir y de relacionarnos. Un experto en periodismo R. Kapuscinski escribe en el libro los cinco sentidos del periodista que vivimos en dos realidades paralelas, aquella que es transmitida a través de la familia y el colegio y una diferente, a través de la televisión, la radio y las redes sociales. Hace un par de años una revista científica inglesa Nature recogía un estudio de una universidad canadiense en donde presentaron a varios grupos de personas diversas noticias publicadas en medios de comunicación reales, la mitad de las cuales eran falsas. Estas personas tenían que juzgar la precisión del titular e indicar si consideraban compartir los titulares de las mismas. Los investigadores encontraron que los titulares verdaderos se calificaron como precisos con más frecuencia que los titulares falsos. Sin embargo, las personas tenían el doble de probabilidades de compartir titulares falsos porque concordaban políticamente con sus ideas.

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En experimentos posteriores se solicitó a los participantes que consideraran la precisión de los titulares, con lo que los investigadores comprobaron que tras un ejercicio de reflexión las personas compartían menos noticias falsas. Una de las razones que puede motivar el intercambio de información falsa se debe a la falta de atención y escucha.Hemos de tener en cuenta que las redes sociales propagan dos tipos de libertades: la libertad de expresión y la de información. Ambas se están cuestionando en las redes sociales que, en ocasiones, se polarizan por medio de comentarios tóxicos, lo cual no contribuye a la construcción de una sociedad que quiere la paz.

Recordemos el 11 de julio del pasado año, un usuario en Instagram publicó una imagen del papa emérito Benedicto XVI con texto encima de la foto que dicía: “Murió el papa emérito Benedicto XVI. Joseph Ratzinger tenía 95 años de edad y se encontraba en retiro”. La noticia se originó por medio de un periodista italiano con otras intenciones bien diferentes a lo que marca la ética de la profesión del periodismo. Esta noticia recorrió el mundo entero en un tiempo breve. Era ya la noche en Roma cuando algunos corresponsales del vaticano recibían mensajes para confirmar tal noticia, otros se dejaron llevar por la primicia, el protagonismo o el negocio y sacaron la noticia en sus informativos oficiales. Un error que en otro tiempo hubiese costado caro. Grandes medios de comunicación latinoamericanos difundieron esta noticia falsa sin haberla contrastado.  En la actualidad tenemos que aprender juntos periodistas, lectores y seguidores de las diversas redes sociales que hay que contrastar la noticia en sus diversas fuentes antes de publicarla.

En la difusión de una noticia religiosa poco confiable podemos acudir a las noticias del Vaticano, Vatican News, que nos pueden proporcionar información verídica, y este diario “Desde la fe”, a través de su web, nos puede ayudar a contrastar cualquier noticia que ocurre en la Iglesia católica. Ya el papa Pablo VI hablaba de esta problemática en el mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales en el año 1972. El trabajo del periodista necesita de un rigor en el control y la evaluación crítica de las fuentes, en la fidelidad a los datos observados y en la transmisión integral de los mismos. El llamado del papa Francisco en el campo de la comunicación es siempre el de no cansarnos de verificar las noticias, de presentar los datos correctamente, de estar siempre en proceso de formación y de investigación. La verdad de los hechos no se puede vender a un negocio, a grandes intereses económicos ni a las ideologías. Las democracias sanas se construyen desde el diálogo y la escucha juntos.

El papa Francisco nos invitaba hace un par de años a “estar juntos por la verdad” buscando un antídoto a los algoritmos diseñados para maximizar la rentabilidad comercial, juntos podemos promover una sociedad informada, justa, sana y sostenible. Los lectores y los usuarios de las redes sociales debemos hacernos eco del tipo de lecturas que consultamos y difundimos. La profesión de la comunicación se ha devaluado no solamente por el mal uso de las nuevas tecnologías también porque somos indiferentes ante la calidad del contenido de la noticia. Los medios deberían evitar cualquier clase de polarización y enseñar a ser críticos ante los hechos que ocurren en el mundo. El periodismo, como el sacerdocio, es una profesión en la que no se puede dejar nunca de estudiar, pues la actualidad es quien manda sobre lo que se tiene que hablar.

El periodista ha pasado de ser una persona respetada y distinguida en la sociedad, a ser un anónimo cuyo trabajo no es de su autoría, sino que es el resultado de la labor de un grupo de personas que difunden la información que, en muchas ocasiones, interesa a los grupos de poder. Muchos medios han dejado de cumplir la función social con la que surgieron para ser utilizados como herramientas de poder. Esta es la raíz del problema que surge cuando vemos circular por las redes sociales la muerte de un papa antes de tiempo, los aires de cónclave ante el ingreso del papa para un chequeo médico o incluso para convocar a los cardenales… A esto hay que sumar la ignorancia religiosa de muchos periodistas frente a las estructuras y lenguajes religiosos que con el papa Francisco se van renovando. Probablemente con la muerte de Benedicto XVI, el último día del año pasado, no han sido muchos los medios que han recurrido a las redacciones de comunicación de la arquidiócesis de México, a la comisión episcopal para la Pastoral de la comunicación; lo normal sería ir a la fuente que tiene noticias y que verdaderamente funciona y así dar un auténtico servicio a la sociedad dejando de crear polémicas y buscando siempre uno de los pilares de la paz que es la verdad.

La desinformación y las noticias falsas originan la infoxicación. Estamos expuestos las veinticuatro horas del día, en el trabajo y en casa, a demasiada información que nos hace perder la capacidad de reflexión: el correo electrónico, el móvil, el periódico digital, las redes sociales… este exceso provoca un síndrome de fatiga informativa que disminuye la capacidad para resolver problemas. Los síntomas son pérdida de atención, de memoria, y estados de ansiedad. En algunas personas la infoxicación genera angustia. Hay tanta información que no se puede asimilar, y de esta manera incapacita para tomar decisiones.

Una de las tareas que tenemos como Iglesia es integrar a más laicos en los medios de comunicación para que compartan desde la doctrina social de la Iglesia. Temas como la paz, la migración, la dignidad de una vivienda, el derecho a la educación, la libertad religiosa, el abuso de poder… y enseñar a escuchar como elemento esencial para poder leer las noticias desde el lugar donde las difunden.

El Papa Francisco en la Jornada de la comunicación social del pasado año recordaba que “escuchar es, por tanto, el primer e indispensable ingrediente del diálogo y de la buena comunicación. No se comunica si antes no se ha escuchado, y no se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar. Para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo. Para contar un evento o describir una realidad en un reportaje es esencial haber sabido escuchar, dispuestos también a cambiar de idea, a modificar las propias hipótesis de partida.”

La rigidez y la incapacidad de apertura nos hacen experimentar vivir en un mundo totalmente cerrado a otras ideas. Vemos con dolor algunas fuentes de información de la Iglesia que aparecen ideologizadas y polarizadas, donde no hay espacio para buscar la verdad juntos, más bien se orienta la verdad hacia un lado, sin ir a las fuentes, ni contextualizar el asunto tratado o escuchar a los protagonistas de la noticia. San Agustín recomendaba escuchar con el corazón, acoger las palabras no exteriormente en los oídos, sino espiritualmente en el corazón: «No tengan el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón» (Serm. 380, 1). Realmente el que mejor escucha es el que tiene capacidad de generar información y de distinguir entre la noticia verdadera, la noticia falsa y la desinformación.

La prevención y la identificación de los mecanismos de la desinformación requieren también un discernimiento atento y profundo. El Papa Francisco lo llama la «lógica de la serpiente», se camufla en todas partes y muerde. “Se trata de la estrategia utilizada por la «serpiente astuta» de la que habla el Libro del Génesis, la cual, en los albores de la humanidad, fue la artífice de la primera fake news (cf. Gn 3,1-15), que llevó a las trágicas consecuencias del pecado, y que se concretizaron luego en el primer fratricidio (cf. Gn 4) y en otras innumerables formas de mal contra Dios, el prójimo, la sociedad y la creación”.

Hay muchas herramientas útiles para detectar una noticia falsa o una desinformación:

  1. Caer en la cuenta del medio de difusión: si este es replicado por mensajería instantánea, por las bases de datos de alguna institución o por una fuente global.
  2. No te quedes con el titular, lee la información completa.
  3. Busca la información en medios y cuentas verificados.
  4. Cuestiona la veracidad de las fotografías y logos.
  5. Duda de los calificativos exagerados en los titulares.
  6. Adopta una actitud de escucha y reflexión al momento de leer la noticia, piensa antes de compartir.

Cualquier consumidor de internet y redes sociales es consciente del lugar que ocupa en estas plataformas bien sea en el papel de productor, de consumidor o de replicador del contenido de la noticia, por eso es importante antes verificar y confirmar todo lo que nos llega a nuestras redes sociales.

El próximo día 24 de enero celebramos la Jornada de comunicación social que propone “hablar con el corazón”. El Papa Francisco nos invita a dar razón de la esperanza que hay en nosotros y hacerlo con afabilidad, utilizando el don de la comunicación como un puente y no como un muro. Todos nuestros medios de comunicación en la Iglesia de México están abiertos a dialogar, dar razón de la esperanza, nuestro reto es hacerlo juntos, dando prioridad a un gran contenido de calidad que sirva para la fraternidad y compartiendo noticias del mundo desde la dimensión eclesial sin miedo a perder la voz.

Hoy en los medios de comunicación necesitamos la valentía creativa que nos ayude a leer las noticias comprendiendo la causa y la finalidad del acontecimiento. Es bueno recordar las palabras del papa Francisco en estos momentos que vivimos: “deseo dirigir un llamamiento a promover un periodismo de paz, sin entender con esta expresión un periodismo «buenista» que niegue la existencia de problemas graves y asuma tonos empalagosos. Me refiero, por el contrario, a un periodismo sin fingimientos, hostil a las falsedades, a eslóganes efectistas y a declaraciones altisonantes; un periodismo hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos, especialmente a aquellos –y son la mayoría en el mundo– que no tienen voz; un periodismo que no queme las noticias, sino que se esfuerce en buscar las causas reales de los conflictos, para favorecer la comprensión de sus raíces y su superación a través de la puesta en marcha de procesos virtuosos; un periodismo empeñado en indicar soluciones alternativas a la escalada del clamor y de la violencia verbal. La comunicación se ejerce haciendo puentes y siendo verdaderos profetas de la paz”.

Los buenos periodistas son custodios de los acontecimientos que nos ayudan a leer lo que está pasando y las consecuencias que tiene sin ocultar la verdad.

Mons. Francisco Javier Acero

Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México desde el 18 de noviembre de 2022. En 1993 se consagra como religioso agustino recoleto y realiza sus estudios de filosofía y teología; ordenado sacerdote el 31 de julio de 1999.

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