‘¿Como puedo darle un ‘plus’ a mi Navidad?, hacer algo especial?’, alguien me preguntó, y de entrada confieso que no se me ocurrió nada, pero le prometí pensarlo y responderle, y como tal vez tú te preguntes lo mismo, te comparto 3 de las sugerencias que le di.
Esta frase no es un a indicación para ti, para que sigas leyendo esto (aunque desde luego que sí, por favor, síguelo leyendo), es una propuesta. Si asistes a Misa en Nochebuena, escucharás el bellísimo relato del Nacimiento de Jesús. No te conformes con conocer ese pedacito del Evangelio: lee lo que sigue, mejor aún empieza a leerlo desde el principio. Adquiere, a partir de esta Navidad la buenísima costumbre de ir leyendo de a poquito un Evangelio completo, de principio a fin. Puedes empezar por el que se proclama en Nochebuena, el de san Lucas, con ayuda de los comentarios, explicaciones y reflexiones del curso gratuito sobre ese Evangelio que encuentras en este enlace (www.ediciones72.com/curso_EvangelioSanLucas.php).
O si lo prefieres, puedes empezar a leer el Evangelio según san Mateo, ya que es el que se va a proclamar casi todos los domingos en el nuevo año litúrgico que comenzó en Adviento. También aquí te pueden ayudar las explicaciones que ofrece el curso sobre este Evangelio (www.ediciones72.com/curs_EvangelioSanMateo.php).
Y si te preguntas por qué necesitas ayuda para leer el Evangelio, te diré que porque la Biblia se presta para muchas interpretaciones y es fácil equivocarse. Como muestra tenemos el Evangelio que se proclama este domingo en Misa (ver Mt 1, 18-24). Hay quien al ver la reacción de san José ante el embarazo de María, supone que él pensó mal de ella, lo cual es un disparate. Para saber lo que realmente pasó, ayuda conocer, por ejemplo, cómo interpretaron ese texto los Padres de la Iglesia, hombres santos y sabios de los primeros siglos del cristianismo. El curso incluye comentarios de ellos.
Empezar a leer la Biblia en Navidad, no sólo le dará un ‘plus’ a ésta, sino a todo tu año, ¡a toda tu vida!
El tiempo navideño es un tiempo particularmente bullicioso. En las tiendas se tocan villancicos hasta que te salen por las orejas, en los embotellamientos los conductores abusan del claxon, la gente se ha desatado organizando reuniones para desquitarse del confinamiento de la pandemia, y en general casi nadie disfruta de algo que es muy valioso: el silencio.
Dice el Cardenal Robert Sarah en su libro ‘El poder del silencio, que ‘el silencio es el lenguaje de Dios, que vive en el silencio y se expresa en el silencio’. De ello se deduce que es importante que cada día apartes, y defiendas a capa y espada, un tiempo para estar en silencio. Desconéctate de todo chunche electrónico y da oportunidad a que se aquiete también el ruidero en tu mente. La Navidad se presta para que empieces a practicar esto porque puedes sentarte a contemplar el Nacimiento. Ir poniendo, sin prisas, tu mirada en el Niño, en María, en José, dejarte contagiar de su sencilla y gozosa serenidad, permitir que entre en ti y aquiete tu alma.
Empezar en Navidad esta práctica y seguirla luego, por ejemplo pasando tiempo en adoración ante Jesús, sea expuesto o reservado en el Sagrario, no sólo le dará un ‘plus’ a tu Navidad, sino te dará mayor sensibilidad para captar la presencia de Dios en tu existencia.
Si buscas películas navideñas en sitios comerciales de internet te impactará comprobar que en todas se habla de la ‘magia de la Navidad’ y el acento se pone en recibir regalos, sea del en mala hora inventado santa Claus o de familiares, amigos y conocidos.
Afortunadamente cada vez más familias católicas han decidido ir a contracorriente, y se preocupan también por dar: donan despensas, ropas y juguetes, a quienes lo necesitan. La propuesta es: empieza a hacer tú también este tipo de donaciones, pero no te detengas después de Navidad. ¡Sigue donando! Acostúmbrate a dar, cada mes, lo que puedas. Ello no sólo le dará un ‘plus’ a tu Navidad, sino será, y seguirá siendo, una bendición en tu vida y en la de los demás.
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