Podemos aprovechar los intercambios de regalos para crecer en la fe.
‘¿Qué hago con esto?’, ‘¡está espantoso!’, ‘¡no es lo que yo quería!’, ‘¡no merezco que me toque algo tan chafa, lo que yo di era mucho mejor!’
Son frases que suele pensar, y a veces, desgraciadamente, decir en voz alta o entre dientes, la gente que en estos días de diciembre participa en un intercambio de regalos navideños entre los miembros de su oficina, o entre sus amistades, o en algún grupo parroquial o de otro tipo del cual forma parte.
En este tipo de intercambios, se acostumbra que cada persona lleve un regalo; los regalos se rifen, y a cada quien le toque alguno. Pero nunca falta quien se queja de que lo que recibió le parece poco, malo o feo.
Hay una solución muy buena: un intercambio de regalos espirituales. Ello tiene muchas ventajas. Considera las siguientes:
Organizar un intercambio de regalos espirituales es muy fácil. Sólo hay que seguir los siguientes pasos:
Este tipo de intercambios crea un ambiente muy especial, de unión en el Señor, de amistad espiritual. Los participantes se van felices de saber que alguien orará por ellos, y los hace sentir bien saber que podrán corresponder orando por alguien más.
Ojalá te animes a intentarlo en tu familia, con tus amigos, en tu comunidad.
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