El Adviento es un tiempo de espera. Foto: Cathopic
Jesús dijo: “Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha Mi voz” (Jn 18, 37).
Es significativo que de todas las razones que podía haber dado, diga que vino a este mundo a ser: “testigo de la verdad”, y más aún, que se identificara con la verdad.
Quiere decir que conocer y seguir la verdad es algo fundamental, que nos conduce al encuentro con Dios.
Con razón Su enemigo es llamado ‘príncipe de la mentira’, y no se cansa de engañar, nunca deja de intentar convencernos de que lo bueno es malo y lo malo bueno, no cesa en su afán de hacernos creer que mentir no tiene consecuencias, que es conveniente, a veces incluso hasta ‘piadoso’, y nos rodea de voces que nos invitan a ignorar, torcer y ocultar la verdad.
La Iglesia Católica nos advierte de lo que llama la ‘dictadura del relativismo’, en la que cada persona se rige por su ‘propia verdad’, distinta y muchas veces opuesta a la de los otros, sin darse cuenta de que la verdad no puede contradecirse a sí misma, por lo que tantas supuestas ‘verdades’ son, en realidad, una gran mentira.
Así pues, en este domingo en que inicia el Adviento, cuatro semanas para prepararnos a celebrar el nacimiento de Jesús, propongámonos cada día:
Si detectamos que mentimos, pidamos Dios que nos perdone y nos dé Su gracia para no volver a caer.
Esforcémonos en este Adviento por apartarnos de toda mentira y reorientar nuestros pasos hacia Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.
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