Perdonar también es parte importante de nuestra fe. Foto: Especial.
El perdón es la única cura para liberarnos del resentimiento y de sus efectos nocivos. Pero, ¿qué ganamos cuando somos capaces de perdonar a quien nos hizo mucho daño?
El que perdona se desembaraza de una carga inaguantable: la de acarrear todos los agravios, recuerdos dolorosos, ira y deseos de venganza.
El rencor nos ata a una situación, momento o persona determinada; no nos permite avanzar. El perdón nos permite seguir adelante.
Perdonar libera de la cárcel de nuestro rencor a quien nos ofendió. Dejamos de recordar y recordarle lo que hizo, le permitimos superarlo.
Cuando perdonamos nos rescatamos del rencor y la desesperanza de pensar que no podemos cambiar. Nos da oportunidad de cambiar.
El rencor nos hace desentendernos de los demás. Perdonar nos recuerda que no son desconocidos, sino hermanos.
*Extraído del libro Por los caminos del perdón de Alejandra María Sosa E.
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