En la Parroquia del Santo Niño de la Paz, popularmente conocida como la iglesia de Praga -por ubicarse en el número 11 de esa calle en la colonia Juárez-, hay tres advocaciones de Jesús en su etapa infantil, las cuales son muy veneradas por la comunidad.
“Aquí habita una pandilla de chicuelos, que son muy queridos: el Niño de la Paz, el Niño de Praga y el Divino Niño; aunque tienen fechas diferentes para celebrarlos, nosotros los honramos el domingo más próximo al 30 de abril, como forma de festejar el Día del Niño”, explica el sacerdote Héctor Peña García.
Este domingo 28 de abril, en la parroquia se celebran varias Misas dedicadas a la infancia, en las que se bendicen a todos los pequeños que asisten.
Las tres advocaciones de Jesús, que ahora están en esta parroquia, llegaron en distintos momentos. El Niño de la Paz fue el primero; en plena Revolución Mexicana el papa Pío X bendijo una imagen del Niño Dios y pidió que se le rindiera culto público reconociéndolo como el Santo Niño de la Paz, además solicitó que su fiesta fuera el 25 de diciembre. A partir de ese momento, un patronato de la colonia Juárez consiguió los recursos para construir el templo, que se concluyó en 1936.
“Durante la prohibición de cultos, decretada por el presidente Calles, la iglesia del Santo Niño de la Paz logró resistir a la política persecutoria callista, gracias a la vitalidad y organización de las familias que habitaban la colonia Juárez en aquel entonces”, relata el padre Peña.
El Niño de Praga es otra advocación de Jesús, en su etapa infantil, y se le festeja el primer domingo del mes de junio. “Mucha gente le pide por la salud de los más pequeños de la casa”, detalla el párroco.
“Y la escultura del Divino Niño de Colombia, que se festeja en septiembre, me lo encontré arrumbado en la sacristía, lo limpié y lo puse en el templo. Este representa a Jesús también en su edad infantil, pero con un aire más tierno. Así fue como se reunió esta pandilla de Niños en la parroquia”.
Otra de las particularidades de esta parroquia, es que la mayor parte de su territorio comprende oficinas y restaurantes, con una comunidad flotante de otras iglesias y con gente local, pero de edad avanzada.
“Muchos oficinistas vienen a la Misa diaria de las 7:30 horas, por eso es que dura media hora, para darles tiempo a que lleguen a sus labores”, expresa.
Asegura que uno de sus ministerios es dar servicio a las oficinas, hospitales y las casas funerarias de la zona. “Estos servicios los hacemos diario, no nos quedamos haciendo una vida parroquial cómoda, salimos a las calles, somos una iglesia de salida, como lo pidió el Papa Francisco”, asegura.
A pesar de esa particularidad, cuentan con catequistas, coro, grupos parroquiales y una comunidad de mujeres que da cursos de empoderamiento.
“Estos cursos buscan darle a las mujeres herramientas tanto de psicología, vida social e incluso de defensa personal. Los sábados es cuando ellas están más presentes en la parroquia”.
Añade que la comunidad gay también está presente en el templo. El sacerdote ve esto como una oportunidad para manifestarles la misericordia de Dios. “Es una realidad en la zona, aquí los acompañamos, les brindamos apoyo y el sacramento de la Confesión. El padre Leonardo García, quien me ayuda en la parroquia, y yo tenemos muy claro que no nos toca juzgar, sino acompañarlos. Somos una iglesia adaptada a estos tiempos, que son de Dios, por lo tanto perfectos”.
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