Vida Parroquial

Conoce El Señor de la Cuevita, la nueva Catedral de Iztapalapa

El templo es conocido como “El Señor de la Cuevita”, pero su verdadero nombre es Santuario del Señor del Santo Sepulcro de Jerusalén. Se trata de una de las iglesias más representativas del oriente de la Ciudad de México, y ahora lo será más, pues ha sido designada como Catedral de Iztapalapa, una de las tres nuevas diócesis creadas por el Papa Francisco con territorio desmembrado de la Arquidiócesis Primada de México.

Se trata de un templo cuyas raíces datan del siglo XVI, cuando los misioneros comenzaron a evangelizar en los conventos de San Marcos, en Mexicalzingo; el de San Juan Evangelista, en Culhuacán, y el de San Diego, en Churubusco, donde se atendía a la población indígena de Iztapalapa, que se encontraba devastada a causa de la conquista española.

Iztapalapa era una ciudad indígena muy poblada, asentada en las faldas del Cerro de la Estrella, donde se celebraba una de las ceremonias indígenas más relevantes: el encendido del fuego nuevo, cada 52 años, aunque hay evidencias de que esto también ocurría en momentos especiales de la vida de México-Tenochtitlán.

Una de las referencias religiosas que ayudaron a reconstruir la forma de vida de los iztapalapenses durante la Colonia, fue la leyenda del Señor de la Cuevita, al que se venera en esta nueva Catedral. La leyenda narra que en 1687, un grupo de mayordomos provenientes de Oaxaca, traían a la Ciudad de México una imagen del Señor del Santo Entierro para ser restaurada, pero tuvieron que pernoctar en una de las cuevas del Cerro de la Estrella. Al día siguiente, cuando quisieron retomar su camino, la imagen se hizo tan pesada que fue imposible moverla. Entonces los habitantes de Iztapalapa la adoptaron como propia y le construyeron una sencilla ermita.

El Señor de la Cuevita. Foto: Ricardo Sánchez

En septiembre de 1833, hubo una aguda epidemia de cólera morbus que causó miles de muertos en todo el país, y para librarse de dicho mal, ante esta imagen, los habitantes de Iztapalapa imploraron a Dios por la salud y ofrecieron construir un templo más digno. La epidemia cesó el 14 de octubre del mismo año.

A manera de gratitud, los habitantes de los barrios de Iztapalapa comenzaron a realizar misas anuales de acción de gracias, y escenificaciones de la Pasión de Cristo en la Semana Santa desde 1843. Para esta representación, primero se utilizaron imágenes piadosas que pertenecían al templo de San Lucas y después actores; tal fue el éxito, que actualmente participan casi tres mil lugareños, entre personajes con diálogo, extras y nazarenos.

Aunque este evento es organizado anualmente por los ocho barrios del centro de Iztapalapa, estos no surgieron al mismo tiempo. El de San Lucas posiblemente sea el más antiguo; el de San Miguel data de 1720, y el de Santa Bárbara de 1734, de acuerdo con las actas de algunos libros parroquiales, pero a estos se sumaron los barrios de La Asunción, San Ignacio, San Pablo, San Pedro y San José. Todos ya estaban formados para 1898.

El Santuario del Santo Sepulcro en Iztapalapa Foto: Ricardo Sánchez.

Otra imagen que se venera en la nueva Catedral es conocida como La Virgen de la Bala, considerada desde el siglo XVII como la santa patrona de Iztapalapa y la protectora de toda la zona oriente de la Ciudad de México. Primero recibió la veneración de los fieles en el templo de San Lucas, luego en el Hospital de San Lázaro, posteriormente en el Hospital de Jesús Nazareno y finalmente regresó a Iztapalapa.

En cuanto a la nueva Catedral, se sabe que en 1857 se construyó el campanario que está del lado derecho, y el otro data de 1907; en sus muros hay algunas pinturas realizadas en 1875 por Anacleto Escutia, que hacen referencia a los “Cuatro evangelistas”, “La Adoración de los Magos”, “Jesús entre los doctores”, “Las tentaciones”, “La Última Cena” y “La Resurrección de Lázaro”.

Iztapalapa es la Alcaldía más poblada de la Ciudad de México.

Carlos Villa Roiz

Estudió Periodismo y Comunicación Colectiva en la UNAM. Con 30 años de experiencia en periodismo, se ha especializado en la cobertura religiosa, trabajando en Televisa S.A. y Televisión Azteca. En 1997, recibió el Premio Nacional de Periodismo del Club de Periodistas de México. Ha realizado reportajes en cuatro continentes, incluyendo coberturas significativas como el Jubileo del año 2000 en Roma, los funerales de Juan Pablo II, el viaje de Juan Pablo II a Tierra Santa y el Encuentro Mundial de la Juventud en Sydney. Fue Jefe de Prensa durante el VI Encuentro Mundial de las Familias en México. Además, ha colaborado en publicaciones como Época, Última Moda e Impacto, donde mantiene columnas sobre cultura religiosa. Ha escrito varios libros, entre ellos "El Agua del destino" y "Popocatépetl: Mito, ciencia y cultura". También es comentarista en programas de radio.

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