La Catedral de Cuernavaca se encuentra sobre una de las colinas de esta ciudad del estado de Morelos y es la quinta fundación franciscana en México. Al igual que la Catedral de México en la capital del país, esta iglesia está consagrada a la Asunción de la Virgen María.
Su construcción inició en 1529, es decir, cinco años después de la llegada a México de los primeros 12 franciscanos, y se concluyó en el año 1574. Fue construida como una iglesia para evangelizar a los indios Tlahuicas que habitaban en la entidad, y formó parte del convento franciscano de la Tercera Orden. El rango de Catedral lo obtuvo hasta 1891, cuando el Papa León XIII creó la Diócesis de Cuernavaca.
La Catedral fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, junto con otros 14 monasterios del siglo XVI en las laderas del volcán Popocatépetl.
Hay varios aspectos que distinguen a esta Catedral, uno de ellos es que junto a su fachada principal está la capilla abierta más grande de los conventos mexicanos, elemento arquitectónico propio de las iglesias mexicanas del siglo XVI y que era necesario en el proceso de evangelización, ya que los indígenas estaban acostumbrados a asistir a actos religiosos en espacios abiertos. Además, los españoles consideraban adecuado que sólo pudieran entran a los templos una vez que fueran bautizados.
En el centro del atrio hay una cruz de piedra labrada a manera de códice y con símbolos de la Pasión de Cristo.
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Mons. Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, emprendió una amplia restauración de este Patrimonio de la Humanidad en 1957, cinco años después de ser nombrado al frente de la diócesis.
El proyecto lo encargó al fraile benedictino Gabriel Chávez de la Mora y al arquitecto Ricardo de Robina. Entre los trabajos que realizaron estuvieron el retiro de retablos, la reformación del presbiterio y la reubicación del bautisterio, entre otros.
Pero entre los grandes avances de esta época estuvo el descubrimiento de murales en las paredes laterales del templo, que se estima datan del siglo XVII y que estaban ocultos bajo una capa de cal y pintura. Están dedicados a los 27 mártires de Nagasaki, en Japón, que fueron sacrificados por odio a la fe el 5 de febrero de 1597, entre ellos se encontraba san Felipe de Jesús, primer santo mexicano.
El mural principal de esta serie de escenas mide 30 metros de largo por 8 de alto; al parecer se realizaron a mediados del siglo XVII, cuando se conoció en México la noticia de la beatificación de estos mártires, y fueron catalogados en 1975 con un estilo conocido como Techialoyan.
Este Patrimonio de la Humanidad forma parte de la llamada Ruta de los Conventos de Morelos, programa estatal que incluye templos de las tres primeras órdenes religiosas que estuvieron en México: los franciscanos, dominicos y agustinos.
Son 17 iglesias, siendo las más relevantes la Catedral, Jiutepec y Tetela del Volcán; Oaxtepec, Tepoztlán, Totolacapan, Tlayacapan, Yecapixtla, Ocuituco, Zacualpan, Jantetelco y Jonacatepc, lo que da una idea de la importancia de estas tres órdenes en la región.
En estos templos se puede apreciar la rica arquitectura, y las pinturas murales hechas por manos indígenas.
Los murales ocultos de la Catedral de Cuernavaca:
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