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¿Quién es San Charbel? El primer santo del Líbano que trascendió fronteras

San Chárbel fue un sacerdote y ermitaño maronita del Líbano, conocido por su vida de oración y ascetismo, y venerado por los milagros que se le atribuyen tanto en vida como después de su muerte. Es considerado el patrón de los que sufren en cuerpo y alma, además de un intercesor para la sanación física y espiritual, y un símbolo de esperanza en tiempos difíciles.

¿Quién es San Charbel?

La historia de san Charbel comienza en Beqakafra, una región ubicada al norte del Líbano y que era un escenario de un conflicto entre los otomanos y el ejército egipcio. Ahí, en medio de un momento convulso, el 8 de mayo de 1828 nació Youssef Antoun Makhlouf, quien años después, ya en el monasterio, adoptaría otro nombre.

Youssef fue el quinto hijo de Antun Makhlouf y Brigitte Chidiac, y desde niño mostró una gran interés por la oración y la religión; además de que comenzó a sentir gran curiosidad e inclinación por la vida monacal.

Incluso los habitantes de su pueblo aseguraban que prácticamente a diario se le veía arrodillarse ante una figura de la Virgen María y que utilizaba el tiempo libre que le quedaba, después de cuidar su rebaño de ovejas en la cercanía de su casa, para retirarse a una cueva y meditar.

San Charbel es venerado en muchos países, pero particularmente en México. Foto: Archivo

A los tres años perdió a su padre, quien fue requerido por el ejército turco cuando se enfrentaban con las tropas egipcias. El padre murió justo cuando volvía a casa, por lo que su madre se encargó de Youssef. Con el tiempo la mujer volvió a contraer matrimonio con un hombre también cercano a la religión.

¿Cómo inició la vida religiosa de San Charbel?

Además de la influencia religiosa de su madre y padrastro, Youssef tenía dos tíos que pertenecían a la Orden Libanesa Maronita, de la que más adelante formaría parte, y con quienes convivía con frecuencia.

Debido a esa cercanía e influencia, a los 23 años decidió tomar el hábito; así fue como llegó a la puerta del convento de Nuestra Señora de Mayfouq donde lo recibieron como postulante y luego fue reconocido como novicio.

De acuerdo con algunos relatos, se dice que cuando su madre lo fue a buscar al convento le advirtió: “Ve a ser un santo o regresa conmigo ahora”. La decisión de joven Youssef es conocida.

En el monasterio renunció a su nombre de pila y escogió el de Charbel. Dos años después profesó los votos perpetuos como monje en el Monasterio de San Marón en Annaya, Líbano, y realizó sus estudios de filosofía y teología en el Monasterio de San Cypriano de Kfifan.

San Charbel el ermitaño

Charbel fue ordenado sacerdote el 23 de julio de 1859, y al poco tiempo regresó al Monasterio de Annaya. Si bien su vida transcurrió en la comunidad, él anhelaba ser ermitaño, por lo que a los 47 años solicitó permiso para vivir en soledad y oración en la ermita de San Pedro y San Pablo. Comía una sola vez al día, y así vivió hasta los 70 años, en que Dios lo llamó a su presencia.

El 16 de diciembre de 1898, mientras celebraba la Santa Misa, el padre Charbel sufrió una hemiplejia. Pasó los siguientes ocho días con un dolor insoportable y su única medicina fue la oración, a la que persistió hasta su muerte la noche de Nochebuena de ese mismo año.

El camino a la santidad luego de su muerte

En vida, Charbel Makhlouf ya tenía fama de santidad. Sus hermanos del monasterio afirmaban que una ocasión prendió una lámpara de aceite que sólo estaba llena con agua; también se decía que bendecía el agua y con ella curaba a personas.

Tras su muerte, fue trasladado al monasterio de San Marón, donde fue enterrado en la cueva aledaña que era tumba de la comunidad monacal. Al poco tiempo, lugareños se percataron de que durante las noches una luz salía de ahí.

Por ello, los monjes solicitaron permiso a las autoridades eclesiásticas para abrir la tumba, lo hicieron cuatro meses después de la muerte de Charbel y se percataron de que, pese a que estaba entre el agua y el lodo, su cuerpo permanecía incorrupto, que además transpiraba agua con sangre.

El proceso de beatificación y canonización de Charbel

A la par, el ermitaño adquiría cada vez más fama entre la gente, que se reunía en mayor número intentando ver sus restos. Por ello, los monjes decidieron colocarlo en un ataúd y trasladarlo a un lugar dentro del monasterio. Su cuerpo no dejaba de transpirar la sustancia.

En 1925, debido al constante culto del pueblo, el Padre Superior de la Orden solicitó al Papa Pío XI la apertura del proceso de beatificación. Fue beatificado durante la clausura del Concilio Vaticano II, el 5 de diciembre de 1965 por el Papa Pablo VI.

En ese momento el Pontífice dijo: “Un ermitaño de la montaña libanesa puede hacernos entender, en un mundo fascinado por las comodidades y la riqueza, el gran valor de la pobreza, de la penitencia y del ascetismo, para liberar el alma”.

El cuerpo de san Charbel permaneció incorrupto por décadas.

Durante 67 años el cuerpo permaneció bien conservado; en 1965 dejó de exudar líquido y comenzó a descomponerse. San Chárbel fue canonizado el 9 de octubre de 1977, en el marco del Sínodo Mundial de Obispos, por el Papa Pablo VI, quien presidió la ceremonia en la Basílica Vaticana. Este evento histórico convirtió a San Chárbel en el primer santo de origen libanés y el primer santo oriental canonizado después del siglo XI. Desde entonces miles de personas visitan el sepulcro de san Charbel.

Miles de milagros documentados por intercesión de San Charbel

De acuerdo con información del Monasterio de San Marón, desde el comienzo de los prodigios obrados por intercesión San Chárbel, existen alrededor de 29.000 milagros documentados en el archivo del monasterio.

Se estima que cada año ocurren por su intercesión alrededor de 100 milagros, de los cuales al menos el 10% de los destinatarios son personas no bautizadas, incluidos musulmanes, drusos, judíos y ateos.

Hast antes de 1950, los milagros se verificaban sólo a través del testimonio de un sacerdote, sin embargo, ahora, con la tecnología médica más avanzada disponible, se solicitan los documentos médicos que demuestren la enfermedad inicial de la persona y, más tarde, la recuperación inexplicable de su buena salud para poder considerarlos como un milagro.

** Esta nota se actualizó el 13 de noviembre de 2025

Melva Navarro

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). He publicado en El Universal, CNNMéxico y Expansión.mx. Egresada de la 3era generación del diplomado 'Periodismo en el entorno digital' de la FCPyS, UNAM.

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