Conoce cómo inició el saludo de la paz en Misa y cuál es la manera adecuada de realizarlo ¡Te lo contamos!
“Dense fraternalmente la paz”…. Y es ahí cuando comienza el caos.
Culturalmente, en muchos países europeos y latinoamericanos, el saludo coloquial entre las personas consiste en darse la mano y, a veces, con un beso al aire en la mejilla y un abrazo. No sucede así en países de tradición oriental o africana, donde se saludan con una reverencia (Japón, Tailandia, la India, etc.), juntan su nariz (Qatar), se ponen la mano en el corazón (Malasia) o aplauden entre sí (Zimbabwe y Mozambique).
El saludo de mano coincide con el gesto de la paz en la Celebración Eucarística. Por eso, en Latinoamérica, muchas personas aprovechan este momento litúrgico para saludarse.
El saludo de la paz no siempre ha sido un saludo de mano. En los primeros siglos del cristianismo consistía en darse dos besos: uno en cada mejilla, saludo muy común en la cultura mediterránea.
De ahí que se le conocía a este momento como el “ósculo o beso de la paz”. Además, no se hacía después del “Padre Nuestro”, sino antes del ofertorio.
Así lo constata San Justino:
«Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros. Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados. El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias» (San Justino, Apología, 1, 65).
Con el paso de los siglos y las reformas litúrgicas, este gesto se colocó después del Padre Nuestro y se limitó a darse la mano.
Recientemente, con la llegada de la pandemia y las medidas sanitarias, el gesto de la paz pasó a realizarse con una reverencia para evitar todo contacto físico. De unos meses para acá, en gran parte de las parroquias, el saludo de la paz ha vuelto a ser un saludo de mano.
Ahora bien, conviene preguntarse, ¿cuál es el propósito del saludo de la paz y cómo debe hacerse?
La Instrucción General del Misal Romano (IGMR) dice al respecto en el número 82:
«Sigue a continuación el rito de la paz, con el que la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y los fieles se expresan mutuamente la comunión eclesial y la caridad, antes de comulgar en el Sacramento.
Por lo que toca al signo mismo de la paz, establezcan las Conferencias Episcopales el modo más conveniente, según las costumbres y el carácter de cada pueblo. Pero conviene que cada uno exprese el signo de la paz SOBRIAMENTE Y SÓLO A LOS MÁS CERCANOS».
Respecto a lo anterior conviene señalar 4 cosas:
El gesto de la paz debe hacerse sin agitación, sin prisas y sin irse de un lado a otro; además que denota la alegría cristiana y no una fiesta desenfrenada.
El creyente debe tener presente que la paz es un don que se recibe de Dios y que está llamado a compartirlo con su hermano, por lo tanto, este signo es un momento de orden y sobriedad que se comparte con los más cercanos.
No te preocupes si llegas a omitir a algún conocido o si no le das la paz a todos, ya habrá tiempo de hacerlo después de la Santa Misa y de alegrarse juntos.
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