¿Conoces el Salmo 91? A él recurren muchas personas para pedir protección diaria. Los fieles suelen rezarlo antes de salir de casa, al ir al trabajo y también para pedir al Señor que los ayude a enfrentarse a situaciones peligrosas o a los problemas que llegan a presentarse en sus vidas.
Los Salmos son oraciones que encontramos en la Biblia y que fueron inspiradas a partir de las experiencias cotidianas. Jesús nació y creció en un ambiente impregnado por ellas pues la práctica de rezarlos era común entre los judíos.
Cabe destacar que orar con los salmos es pisar en la tierra sagrada de muchos hombres y mujeres, y, juntamente con ellos y ellas, dialogar con Dios.
Rezar los salmos supone la espiritualidad de la alianza, de un Dios comprometido con su pueblo. Más que simplemente rezarlo, es fundamental que cada cristiano haga suyo el salmo. A tal grado se apropie de él, que, al orar, sean al mismo tiempo, las palabras del salmista y las suyas propias las que broten de su boca y de su corazón.
A continuación te presentamos el Salmo 91, que puedes rezar cada día para pedir protección a Dios.
Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso, di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío».
Él te librará de la red del cazador y de la peste perniciosa; te cubrirá con sus plumas, y hallarás un refugio bajo sus alas.
No temerás los terrores de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las tinieblas, ni la plaga que devasta a pleno sol.
Aunque caigan mil a tu izquierda y diez mil a tu derecha, tú no serás alcanzado: su brazo es escudo y coraza.
Con sólo dirigir una mirada, verás el castigo de los malos, porque hiciste del Señor tu refugio y pusiste como defensa al Altísimo.
No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa, porque hiciste del Señor tu refugio y pusiste como defensa al Altísimo.
Ellos te llevarán en sus manos para que no tropieces contra ninguna piedra; caminarás sobre leones y víboras, pisotearás cachorros de león y serpientes.
«Él se entregó a mí, por eso, yo lo glorificaré; lo protegeré, porque conoce mi Nombre; me invocará, y yo le responderé. Estará con él en el peligro, lo defenderé y lo glorificaré; le haré gozar de una larga vida y le haré ver mi salvación».
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