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6 de junio: celebramos a San Marcelino Champagnat, fundador de los Maristas

El 6 de junio, la Iglesia celebra a San Marcelino Champagnat, fundador de la Congregación de los Hermanos Maristas de la Enseñanza que operan en 65 países, entre ellos México, donde abrieron su primer plantel en 1899, en Guadalajara, Jalisco, y el cual fue llamado Colegio de la Inmaculada Concepción. Ese mismo año los Maristas inauguraron otro plantel en Mérida, Yucatán y desde entonces han construido colegios en la Ciudad de México y en 19 estados, entre ellos: Nuevo León, Hidalgo, Querétaro, Michoacán, Jalisco, Baja California, Veracruz y Campeche.

Los Maristas han participado de manera activa en los programas educativos de nuestro país y entre sus alumnos destacados figuran políticos, personalidades como Plácido Domingo, deportistas y atletas, intelectuales y literatos… sería difícil calcular el numero de egresados del Instituto México, Colegio México, Centro Universitario México (CUM) e incluso, cuentan con una Universidad Marista con postgrado y maestría en Derecho y Educación.

El proyecto pedagógico de Champagnat obedecía a la necesidad de dar educación cristiana al amparo de la Virgen María; sin embargo, no era ajeno a la urgencia de elevar el nivel educativo de las comunidades rurales de una Francia que se sumía en una revolución bajo los principios de igualdad, fraternidad y libertad.

Marcelino Champagnat nació el 20 de mayo de 1789, en Marlhes, sur de Francia, 15 días antes de la apertura de los Estados Generales. Por aquellos días, en el contexto educativo de México, Carlos III ordenaba en (1788) que se estableciera una escuela de grabado en la Casa de Moneda y tres años después, a iniciativa de don Fernando Mangiano y del Virrey Martín de Mayorga, se fundó la Academia de Pintura, escultura y arquitectura de San Carlos de la Nueva España.

Para 1799, cuando Marcelino Champagnat tenía 10 años de edad, en Francia tuvo lugar el Golpe de Estado de Bonaparte que puso fin a la Revolución y en México, se abría la Escuela de Minería y el virrey conde de Revillagigedo promovía la instrucción pública, de modo que –según Icazbalceta- para finales del siglo XVIII, se habían graduado en la Real y Pontificia Universidad, mil 172 doctores y 29,882 bachilleres, entre ellos, el dramaturgo Ruiz de Alarcón.

En 1816, Marcelino Champagnat fue ordenado sacerdote en la catedral de Lyon y para el 2 de enero de 1817 fundó, sin recursos, en La Valla, el Instituto de Hermanos de María y luego una escuela en Marlhes para atender a la comunidad rural. Para 1825 estableció la Casa de su organización que recibe el nombre de Nuestra Señora del Hermitage; un año antes, Beethoven había escrito su novena Sinfonía.

En México, la Secretaría de Relaciones Interiores y Exteriores era la dependencia encargada de la instrucción y para 1823, don Lucas Alamán, la primera vez que tuvo a su cargo la instrucción, señalaba las causas de la decadencia educativa: “el escaso número de escuelas primarias, la falta de apoyo de los ayuntamientos y la escasez general de fondos. Añadía: se nota una culpable omisión de parte de los padres, que olvidan enteramente la obligación estrecha  que les impone la religión y la sociedad de dar a sus hijos una educación cristiana y civil”, citado por Abraham Talavera en Liberalismo y educación.

“La toma de conciencia educativa en México tomaría fuerte impulso gracias al temperamento liberal de los constituyentes que elaboraron la Constitución de 1824. Reunido por primera vez en noviembre de 1822, el Constituyente estaba integrado, entre otros por Gómez Farías, Crescencio Rejón… Servando Teresa de Mier y Miguel Ramos Arizpe…”

En 1830 Marcelino Champagnat gestionó ante las autoridades de Paris que decretaron el cierre de muchos seminarios. Hubo otras persecuciones en Francia en 1848, 1872 y 1903; de todos estos embates los Maristas salieron victoriosos.

En México, la desquebrajada hacienda pública, impidió que prosperaran las leyes en el sector educativo, sin embargo, con apoyos externos y con infraestructura del clero, hubo éxitos en materia de educación cuyo beneficio se extendió a miles de mexicanos. Por ejemplo, en Chihuahua, el Congreso Local decretó la fundación de una casa de estudios (1827) donde se impartió gramática, filosofía y teología; en Jerez, Zacatecas, se abrió una casa de estudios y el gobernador suprimió el Colegio de San Luis Gonzaga para transformarlo en Instituto Científico y Literario; en Yucatán, el Congreso decretó que el Seminario Conciliar de San Ildefonso se convertiría en Universidad de segunda y tercera enseñanza (1824), etc.

1833: Marcelino Champagnat tenía 82 Hermanos en su Orden que enseñaban en 19 escuelas a 2000 alumnos y tenía 22 postulantes que recibieron el hábito religioso.

Ese mismo año, en México, Valentín Gómez Farías, hizo reformas al programa educativo nacional y estableció una Dirección General de Instrucción pública para el Distrito y territorios de la Federación, y, en cuanto a los recursos económicos, brotaron del Reglamento general para sistemar la instrucción pública en el DF, dado el 2 de junio de 1834: “Son fondos consignados además y puestos a cargo de la Dirección general de Instrucción Pública con los gravámenes que actualmente reportan, los siguientes: El Convento y templo de san Camilo con sus fincas urbanas, y El Hospital y templo de Jesús…”

Por aquellos días, los Maristas organizan sus primeras misiones fuera de Francia y partieron a Nueva Zelanda. Para 1837 aparecieron las primeras reglas escritas de la Congregación Marista.

Marcelino Champagat murió el 6 de junio de 1840 en Hermitage, Francia y su orden contaba con 290 Hermanos distribuidos en 48 escuelas.

Fue beatificado el 19 de mayo de 1955 y canonizado por Juan Pablo II el 18 de abril de 1999. A la fecha se estudia la causa de beatificación de unos 50 Hermanos Maristas en todo el mundo que han muerto con fama de santidad bajo el lema del la Orden: “Todo a Jesús por María y todo a María para Jesús”.

Carlos Villa Roiz

Estudió Periodismo y Comunicación Colectiva en la UNAM. Con 30 años de experiencia en periodismo, se ha especializado en la cobertura religiosa, trabajando en Televisa S.A. y Televisión Azteca. En 1997, recibió el Premio Nacional de Periodismo del Club de Periodistas de México. Ha realizado reportajes en cuatro continentes, incluyendo coberturas significativas como el Jubileo del año 2000 en Roma, los funerales de Juan Pablo II, el viaje de Juan Pablo II a Tierra Santa y el Encuentro Mundial de la Juventud en Sydney. Fue Jefe de Prensa durante el VI Encuentro Mundial de las Familias en México. Además, ha colaborado en publicaciones como Época, Última Moda e Impacto, donde mantiene columnas sobre cultura religiosa. Ha escrito varios libros, entre ellos "El Agua del destino" y "Popocatépetl: Mito, ciencia y cultura". También es comentarista en programas de radio.

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