En México la devoción al Santo Niño de Atocha se halla extendida por todo el territorio, con especial fervor en Zacatecas, Chiapas, Aguascalientes y San Luis Potosí, donde existen hermosas iglesias erigidas en honor a esta advocación del Niño Jesús. En todos estos lugares, la imagen es representada según la tradición española: sombrero de ala y capa de peregrino; lleva también un bastón, un recipiente para agua y una cesta para el pan.
El atuendo responde a una tradición oral nacida en Atocha, España, en la época en que los moros invadieron y tomaron a muchos cristianos como prisioneros. Los conquistadores prohibieron a todas las personas, salvo a los niños, entrar a la prisión. Ni siquiera los sacerdotes podían ingresar para consolar a los enfermos y moribundos, quienes carecían de comida y agua.
Se cuenta que los prisioneros oraban intensamente por alivio, cuando entró un niño quien, tras bendecirlos, les dio del agua y del pan que llevaba; los prisioneros, comieron y bebieron hasta quedar satisfechos, y al final, para sorpresa de todos, se percataron de que la canasta y el recipiente del niño seguían llenos a rebosar.
En España es tradición que los peregrinos acudan a los santuarios dedicados al Santo Niño de Atocha llevando zapatitos para niños, lo cual parte de la leyenda de que el Niño se desgastaba los zapatos en visitas nocturnas que hacía a la prisión.
Sobre la manera en que la imagen del Santo Niño de Atocha llegó a México, existen distintas versiones. Por un lado, se cuenta que el Marqués de San Miguel de Aguayo de España regaló a la Iglesia zacatecana de Plateros una imagen de la Virgen de Atocha, y a partir de entonces los fieles comenzaron a venerar al Santo Niño, que aparecía en los brazos de su Madre.
Otra versión asegura que la estatua fue encontrada por unos mineros dentro de una peculiar pieza de hierro. De esta gran pieza –se dice– extrajeron una pieza menor, en la que, después de limpiarla y pulirla, descubrieron la imagen del Niño Jesús; posteriormente, donaron esta imagen a la Iglesia de Nuestra Señora de Atocha, en Plateros, de manera que el nombre “Atocha” se aplicó también a la imagen del Niño.
Lo cierto es que en Plateros el Santo Niño de Atocha tiene fama de ser muy milagroso. En la Iglesia que lleva su nombre hay una habitación llena de exvotos: bastones, aparatos ortopédicos y muletas dejados por devotos que dicen haber sanado gracias al Niño Jesús. Y existe una leyenda en torno a la imagen y el desgaste de sus zapatos parecida a la española, pues se cuenta que por las noches se baja de su altar y camina sobre el valle curando enfermos.
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Con información de: Foros de la Virgen María, organización laical uruguaya sin fines de lucro.
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