Este jueves 9 de mayo se llevará a cabo la lectura de la Bula de Convocación al Jubileo Ordinario del 2025; es decir, el documento en la que se indican oficialmente las fechas de inicio y fin del Año Santo. Dicha Bula suele publicarse con un año de anticipación, y en esta ocasión coincidirá con la Solemnidad de la Ascensión.
La Bula de Convocación generalmente está escrita en latín y lleva el sello del Papa; originalmente, dicho sello era de plomo y llevaba en el anverso la imagen de los Santos Apóstoles Pedo y Pablo, fundadores de la Iglesia de Roma; mientras que en el reverso llevaba el nombre del Pontífice. En la actualidad, ya no se usa un sello metálico, sino un sello de tinta.
Para responder a la pregunta de qué es el Jubileo Ordinario del 2025, la Biblia, en Levítico 25,8-13, nos habla en primera instancia de un encuentro entre judíos, mismo que se convocaba cada 50 años con el objetivo de restablecer la correcta relación con Dios, con las personas y con la creación.
Así, cuando llegaba la fecha, los judíos ponían a los esclavos en libertad y dejaban de trabajar las tierras para que descansaran. Para iniciar el Año Santo, se hacía sonar el jobel, un instrumento musical hecho con el cuerno de un carnero, y del cual proviene el nombre de “jubileo”.
El primer Jubileo al que convocó la Iglesia Católica fue hasta el año 1300, por iniciativa del Papa Bonifacio VIII. Originalmente, se tenía contemplado convocarlo cada 100 años, pero la frecuencia fue cambiando: en 1343 fue reducido a 50 años por el Papa Clemente VI; en 1423 el Papa Martín V lo redujo a 33 años -la edad de Cristo al morir en la cruz-, y en 1470 el Papa Pablo II redujo la espera a 25 años.
El último Jubileo Ordinario fue realizado en el año 2000, y fue convocado por San Juan Pablo II. Durante este Jubileo, se dieron cita 25 millones de peregrinos, y tuvo una agenda muy nutrida, pues se dedicó cada semana a un tema específico: un domingo estuvo dedicado a los médicos y enfermeras; otro a sacerdotes y Vida Consagrada; uno más a la unión de los cristianos; otro a los políticos de todo el mundo, a la milicia, etc.
Cabe señalar en el Jubileo Ordinario del año 2000, México fue el único país que tuvo un día dedicado, y fue en ese marco cuando se canonizó a san Cristóbal Magallanes -asesinado en 1927 durante la Guerra Cristera- y sus compañeros mártires.
En los Jubileos Ordinarios, o Años Santos, se abren de manera simbólica las Puertas Santas de las cuatro grandes basílicas de Roma: San Pedro, San Pablo, Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. En en el resto del mundo, se abren Puertas Santas en las diferentes catedrales y en los principales santuarios.
Las Puertas Santas se abren en espera de que muchos peregrinos entren por ellas a los templos; y quienes lo hacen, cumpliendo con lo que exige el Derecho Canónico para tal efecto, pasan de una condición de pecado al arrepentimiento total y sincero, y gana una gracia especial: la indulgencia plenaria.
La indulgencia plenaria es el perdón absoluto de todos los pecados cometidos, y la condonación de la estancia en el purgatorio por las faltas, de modo que son el pase automático al cielo después de la muerte. Además de pasar por alguna Puerta Santa, para ganar la Indulgencia Plenaria, fieles deben cumplir las condiciones que establece el Derecho Canónico:
El logo del Jubileo Ordinario del 2025 representa cuatro figuras estilizadas que simbolizan la humanidad proveniente de los cuatro rincones de la tierra. Abrazadas entre ellas, indican la solidaridad y la fraternidad que une a los pueblos.
La primera figura está aferrada a la cruz, como signo no sólo de la fe que abraza, sino también de la esperanza que nunca puede ser abandonada, porque necesitamos siempre de ella, sobre todo en los momentos de mayor necesidad.
Las olas en movimiento muestran que la peregrinación de la vida no siempre pasa por aguas tranquilas. Muchas veces las experiencias personales y los eventos del mundo exigen con mayor intensidad el llamado a la esperanza. Es por esto que se debe subrayar la parte inferior de la cruz que se alarga transformándose en un ancla y que se impone sobre el movimiento de las olas.
El ancla es usada como metáfora de la esperanza. De hecho, el ancla de la esperanza es el nombre que en la jerga marina se da al ancla de reserva usada por las embarcaciones para hacer maniobras de emergencia que permitan estabilizar la barca durante las tormentas.
La imagen muestra la manera en que el camino del peregrino no es un hecho individual, sino comunitario, con la impronta de un dinamismo en crecimiento que tiende cada vez más hacia la cruz. La cruz, en este caso, no es estática, sino dinámica, y se curva hacia la humanidad, saliendo a su encuentro para ofrecer la certeza de la presencia y la seguridad de la esperanza.
El lema que llevará el Jubileo Ordinario del 2025 es “Peregrinos de la esperanza”, de acuerdo con lo que informó Mons. Rino Fisicchella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
Este será el segundo jubileo al que convoca el Papa Francisco, aunque el primero fue con carácter de extraordinario, y tuvo lugar en todo el mundo del 29 de noviembre de 2015 al 20 de noviembre del 2026.
Padre que estás en el cielo,
la fe que nos has donado en
tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,
y la llama de caridad
infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo,
despierten en nosotros la bienaventurada esperanza
en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme
en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio
que fermenten la humanidad y el cosmos,
en espera confiada
de los cielos nuevos y de la tierra nueva,
cuando vencidas las fuerzas del mal,
se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo
reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza,
el anhelo de los bienes celestiales
y derrame en el mundo entero
la alegría y la paz
de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente,
sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
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