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¿Qué es el Vía Matris y cuántas estaciones tiene?

El Vía Matris es el camino que recorrió la Virgen María de regreso, desde el Santo Sepulcro hasta su casa, en el que recuerda y revive el doloroso Vía Crucis, ese recorrido de Jesús cargando la Cruz, por lo que la acompañamos a la Madre Dolorosa de vuelta a su hogar rezando.

De este modo, a lo largo de las catorce estaciones que conforman el Vía Matris se describe el profundo sufrimiento de la Virgen María al presenciar la condena a muerte, las caídas y el martirio de su amado hijo Jesús hasta su entierro, manteniendo siempre la fe en su resurrección.

“El Vía Matris es caminar con María en su dolor, repasando lo sucedido y con la esperanza de la realización de lo prometido. Más que dolor, que es natural en una madre, es meditar y reflexionar en lo anunciado por su Hijo por la salvación de toda la humanidad”, aseguró el padre Salvador Barba Maldonado, ex encargado de Pastoral Litúrgica de la Arquidiócesis Primada de México.

¿Qué es el Vía Matris?

El Vía Matris, también conocida como el Camino de la Madre Dolorosa, es una devoción piadosa mariana que medita los dolores de la Virgen María y que, Inspirada en la estructura del Vía Crucis, esta práctica espiritual se centra en la unión íntima de la Madre de Dios con el misterio de la Pasión y de la salvación.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica (cf. nn. 964-968), María cooperó de forma singular en la obra redentora de su Hijo, especialmente en el momento supremo de la Cruz. De este modo, el Vía Matris nace de esta verdad teológica y encuentra respaldo en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que en su Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (n. 136) reconoce esta forma de piedad como expresión válida de la espiritualidad del pueblo cristiano.

¿En qué consiste el Vía Matris?

El Vía Matris consiste en una meditación itinerante, en la que los fieles recorren un camino dividido en 14 estaciones, cada una centrada en las estaciones del Vía Crucis, que incluye una lectura bíblica, una reflexión y oraciones específicas, destacando la esperanza y fortaleza de Nuestra Señora María ante el sufrimiento.

Esta práctica de el Vía Matris fomenta una espiritualidad compasiva, identificando el dolor de la Virgen María con el sufrimiento del mundo, y ayudando a los creyentes a vivir con fe los momentos de cruz en su propia vida, ya que esta devoción, derivada de la religiosidad popular, representa un camino de consuelo y fortaleza, especialmente para quienes sufren o acompañan el dolor de otros.

¿Cuáles son las 14 estaciones del Vía Matris?

El Vía Matris nos recuerda, en 14 estaciones, el camino que hizo la Virgen María desde el Santo Sepulcro, en el que dejó a su Hijo Jesús, hasta su casa, y al cual nos sumamos para acompañarla con nuestros rezos.

Dedicatoria a la Virgen María

Déjanos seguir contigo desde el sepulcro al cenáculo el camino doloroso de tu soledad y llanto. Desahoga, Madre nuestra, tu corazón angustiado, rosa de siete puñales por nuestros siete pecados.

Repite el diálogo interno con tu hijo bien amado, muerto a los ojos del mundo y, para ti, descansando. De tu voz aprenderemos la fe, a esperanza, el cántico triunfal de amor renacido tras las tinieblas del sábado.

XIV Estación: María deja muerto en el Sepulcro a su Hijo Jesús

Detrás de la losa, queda tu corazón destrozado, semilla de amor eterno, dormido y siempre velando. Y tú repites: cómo me duele dejarte. Te quisiera en mi regazo y estar contigo en tu sueño, que mi ansiedad hace largo. Sé que pronto te veré glorioso resucitado, y mi fe es el arco iris en la lluvia de mi llanto. Para aquellos, Hijo Mío, que el dolor embarcaron, tu sepulcro sea la estrella que los lleve a puerto, salvos.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

XIII Estación: María recuerda como Jesús es bajado de la cruz y entregado a ella

María recuerda: Aquí estuviste, Hijo mío, como la flor de su tallo. Flor deshojada, sangrienta en el dolor de mis brazos. Aquí cubrieron de mirra, recuerdo de los Magos, la púrpura de tus llagas, llagas que en mí se han quedado. Fina sábana de nieve veló tu cuerpo adorado, y tu faz, mi sol, mi espejo se ocultó tras un sudario. Benditos los que adivinan, tras la llaga del hermano, en estos momentos difíciles, tu divino rostro vivo que espera amor y cuidado.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

XII Estación: María junto a Jesús, cuando muere en la cruz

Madre María, cuantas imágenes vienen a tu mente: Aquí, junto a la Cruz… Aquí el grito: – “¡Todo está consumado…!”, las tinieblas, el terremoto y la lanza perforando tu corazón y mi pecho con el mismo hierro insano. Aquí me entregaste al discípulo, como hijo pequeñito nacido de sangre y llanto, hijo tan distinto a ti, pero, en mi carne, tu hermano. Que las penas de sus cruces, no olviden que soy su Madre y que los acompaño en sus momentos de dolor, enfermedad, angustia y miedo.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

XI Estación: Madre viste a Jesús clavado en la cruz

Sobre la roca tendieron la cruz para clavarlo. Tú les rogaba: Por Dios, no le lastimen sus manos! … y ya estaban duras y frías, ellas que hicieron milagros y, tantas veces con amor de Hijo me acariciaron. Manos y pies de nuestro Dios, heridas. Manos y pies de tu Niño, por obediencia entregados. Que si dejaron la cruz es por ir apresurados a quitarte, a la humanidad, de sus miserias los clavos.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

X Estación: Madre nuestra contemplas a Jesús despojado de sus vestiduras

Sobre una Piedra, a los dados, los soldados se jugaron la blanca túnica por nuestros desvelos tejida. Del lino que tus amores de Madre hicieron, quedaron con su sangre lumbre de azotes, teñida. Lo viste desnudo, inocente, mientras la turba reía. La total entrega a Dios por la humanidad caída, quedo al descubierto el pecado del mundo en carne viva, de tu Hijo el Cordero de Dios.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

IX Estación: Tu hijo Jesús cae por tercera vez

Madre quisieras besar la tierra, porque, al llegar al Calvario, también la besó tu Niño al caer por tercera vez. ¡Era tan dura la carga y tan cruel el populacho! Era llevar en los hombros lo más terrible: el pecado. Y cayó, cayó de bruces… Tú viste sus divinos labios, en un beso doloroso, de polvo y sangre manchados. Polvo del hombre, miseria y sangre de Dios, juntando en ósculo de perdón el cielo y el mundo ingrato.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

VIII Estación: Madre te uniste a las mujeres de Jerusalén que lloraban por tu hijo Jesús

Y se fueron las mujeres que por tu Jesús lloraron. Las calles huelen a miedo bajo el cielo encapotado. Y Madre tu recuerdas las palabras de tu Hijo. Si en el leño verde el fuego rompió en pedazos, ¿qué será en el leño seco consumido por la plaga del pecado? ¿Mujeres que lloren? ¡No! Faltan en el mundo llantos de hombres que reconozcan las voces que claudicaron. Hombres del mundo, lloren mientras dura el Viernes Santo, para arrepentirse de tanto mal causado por su ceguera y cerrazón, porque sintáis el consuelo de Cristo resucitado.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

VII Estación: Madre ve caer a Jesús por segunda vez

El crepúsculo se apaga y, en la callejuela angosta, como en conciencia culpable, se han dado cita las sombras. Aquí tropezó tu Hijo Jesús, por segunda vez, la tierra probó el sabor de lo divino. El verdadero Amor es insistente cuando en verdad se enamora y dos veces, traicionado una y otra vez perdonando. Tu Hijo alzó a los caídos, Jesús probó sus derrotas a Ti te me nombró refugio de los caídos y de los que lloran.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los
pecadores.
Dios te salve, María…

VI Estación: María recuerda como una mujer, la Verónica enjuaga el rostro de hijo Jesús

Madre Nuestra en esa tarde de llanto, en tu soledad más sola, es una luz de esperanza recordar a la Verónica. El rostro de Jesús, tu Hijo, que fue tu espejo, tu sol, se ocultaba en sombras de sangre, sudor, salivas, polvo y divina congoja. Una mujer, como Tú, valiente rompió la tropa y enjugó la faz amada con la nieve de su lienzo. Pintado en sangre quedó el rostro que enamora y, pintado en mis pupilas, el llanto no me lo borra. Hacia cualquiera que miro, la semejanza me asombra: todos los rostros del mundo se le parecen ahora.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

V Estación: María agradece al Cirineo haber ayudado a su hijo Jesús a llevar la cruz

María Madre nuestra, ahora recuerdas a Simón el Cirineo que detuvieron los soldados. Sudor y polvo traía como fruto de su trabajo en los campos. Tu Hijo Jesús era la semilla que muere y da fruto abundante, y este hombre ayuda a su cansancio y al peso de su cruz. Simón recibió el madero, poquito a poco, el camino le floreció de entusiasmo. Porque ir junto a TU Hijo que carga con el sufrimiento de la humanidad es hallar al fin la gloria, es a Él y aligera nuestra carga y cansancio.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los
pecadores.
Dios te salve, María…

IV Estación: te encuentras con Jesús que carga la cruz

Madre Santa, que difícil era seguir de cerca a Jesús. Unidos al dolor, lejos en el cuerpo estábamos. Pero tu amor maternal se atrevió entre el populacho y pudo mirar…, mirarte en los ojos de tu amado Hijo. Vives aún de esa mirada, que retuvo el llanto por no doblar la agonía deshojada en tu regazo. Mirada firme de amor, que selló el holocausto de dos corazones, que nos escuchan siempre.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

III Estación: Jesús cae por primera vez

María Madre Nuestra que doloroso es recordar cómo la sangre de tu Hijo, empezó a regarse por las calles de Jerusalén. Porque, al salir del Pretorio muchos se atrevieron a empujarlo y cayó, Varón de burlas y dolores, absolviendo a los culpables. Desde entones la sangre derramada tiene otro sentido al caer en la tierra árida, el Señor la ha santificado, los tropiezos que cargo son nuestras miserias y pecados y nos enseñó a carga nuestra cruz de cada día y seguirlo.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

II Estación: Madre estuviste presente cuando cargaron a Jesús con la cruz

Madre Santísima, sobre los hombros de tu Hijo Jesús pusieron el leño de la victoria. Él, carpintero, sabía de maderas olorosas. Y la levantó triunfante. En esta vía dolorosa, la cruz se clavó por siempre en Tu corazón, muy honda. La Cruz de Jesús y la Cruz de la humanidad, divina cruz redentora, ligero yugo amoroso, puente que lleva a la Gloria. Ayúdanos Madre a vivir así el peso de nuestra cruz de cada día.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

I Estación: María, a lo lejos miraste a tu hijo Jesús ante Pilato

Anda suelto en la ciudad un silencioso homicida. Tu hijo pagó el rescate con su corona de espinas y, por que nada faltara, ofreció vida por vida. Pilato quiso lavar con agua su cobardía y su nombre, para siempre, se quedará como estigma de quien, por temor al mundo, al mismo Dios crucifica. Ahora, frente al Pretorio, la plaza duerme vacía. Un agrio remordimiento en las conciencias vigila. – ¿Resucitará?… Preguntan. Pero sólo Tú sufres tranquila. Sólo Tú… Tus compañeras, las dulces, fieles Marías, quieren llevar al sepulcro, el domingo, aceite y mirra. Mientras Tú serás, Madre Nuestra en el mundo a oscuras, la sola luz encendida.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María…

Oración Final del Vía Matris

Madre, déjanos seguir contigo por el Vía Crucis de nuestra vida
doliente, sin tu amor más angustiosa. Podemos ser los Pilatos; los
Cirineos, las Verónicas, los ladrones, los soldados, los fariseos, las
llorosas, mujeres, el populacho como las olas; podremos ser Judas,
Pedro… Tú sabes bien nuestra historia. Mas, eres dulce refugio, Madre
de Misericordia. Déjanos seguir contigo fieles hoy y hasta la hora
sorpresiva de la muerte. Amén Madre Dolorosa, Amén por esa alegría
que ya te anuncia la aurora de la Resurrección.
Madre llena de dolores, acuérdate que en la Cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Dios te salve, María, Reina y Madre, Madre de misericordia…

Jorge Reyes

Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM, con una trayectoria de más de 30 años como periodista en medios como Reforma, El Centro y Notimex, así como funcionario de comunicación social en dependencias de gobierno y legislativas. Actualmente trabaja como periodista especializado en temas de religión.

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