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¿Qué es el purgatorio y cómo se pueden liberar a las almas?

El purgatorio, según el Catecismo de la Iglesia Católica, es un estado después de la muerte para aquellos que han fallecido en la gracia de Dios, pero aún tienen imperfecciones que ser purificadas. ¡Conoce más!

¿Qué es el purgatorio?

Pero, ¿qué es el purgatorio? El Catecismo de la Iglesia Católica, lo describe de la siguiente manera:

“Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero no están completamente purificados, aunque han aceptado la voluntad divina de purificación, después de su muerte, sufren un proceso de purificación para alcanzar la santificación necesaria para entrar en la alegría del cielo. La Iglesia llama a este estado de purificación el ‘purgatorio'”.

¿Qué ocurre en el purgatorio?

En el purgatorio, las almas experimentan un proceso de purificación para eliminar las manchas o las consecuencias temporales del pecado. Esto puede implicar el sufrimiento espiritual, pero no se trata de un sufrimiento eterno como en el infierno, sino más bien un sufrimiento temporal y purificatorio.

“La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados” explica el Catecismo, y añade que la doctrina de fe relativa al purgatorio se profundizó principalmente en los concilios de Florencia y de Trento.

Desde los primeros tiempos –agrega el Catecismo de la Iglesia Católica-, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios”.

La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos.

Retablo Cerámico de las Ánimas benditas del purgatorio.

¿Cómo ayudar a las almas del purgatorio?

La Iglesia Católica nos enseña que podemos ayudar a nuestros difuntos a llegar a Dios, pero únicamente a quienes se encuentran en el purgatorio, pues quienes están en el cielo no necesitan ayuda, y ya nada se puede hacer por un difunto que ha caído en el Infierno.

Para ayudar a las almas del purgatorio, se puede:

  • Rezar pidiendo a Dios que las libere de su sufrimiento y las lleve al cielo.
  • Ofrecer una Misa por una persona fallecida.
  • Obtener indulgencias. El alma que está en el purgatorio no puede ganar la indulgencia para sí, pero nosotros sí le podemos alcanzar este regalo.
  • Realizar buenas obras y actos de caridad en nombre de las almas fallecidas es otra forma de ayudarles. Estas obras pueden incluir la limosna, el ayuno y otras acciones piadosas.

¿Dónde se encuentra el purgatorio?

Nuestra Santa Madre Iglesia nos enseña que, al morir, nuestra alma inmortal recibe un juicio particular de toda nuestra vida en el que se define si pasaremos la eternidad en el cielo, en el infierno o en el purgatorio.

El cielo es el destino inmediato –nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica- de quienes mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven “tal cual es”, cara a cara.

El infierno, por el contrario, es el destino de aquellos que mueren en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno”.

El purgatorio se considera un estado o una dimensión espiritual en la que las almas de los creyentes fallecidos pasan un tiempo limitado para purificarse antes de entrar en la presencia de Dios en el cielo. Por lo tanto, no se puede decir que el purgatorio esté ubicado en un lugar específico, como un destino terrenal o celestial, sino que es una condición espiritual o un estado de existencia intermedio.

DLF Redacción

La redacción de Desde la fe está compuesta por sacerdotes y periodistas laicos especializados en diferentes materias como Filosofía, Teología, Espiritualidad, Derecho Canónico, Sagradas Escrituras, Historia de la Iglesia, Religiosidad Popular, Eclesiología, Humanidades, Pastoral y muchas otras. Desde hace 25 años, sacerdotes y laicos han trabajado de la mano en esta redacción para ofrecer los mejores contenidos a sus lectores.

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