La Iglesia no expulsa a nadie: quienes viven en unión libre o se han divorciado y se han vuelto a casar también son hijos de Dios. Foto Especial.
Vivir con tu pareja sin estar casado o haber formado una nueva unión después del divorcio son situaciones que muchas veces llevan a las personas a alejarse de la Iglesia, por temor o confusión, pero si en algún momento ellas quieres regresar, ¿pueden hacerlo?
Alejandro Méndez Alvarez, director de la Dimensión de Adultos y Familia de la Arquidiócesis Primada de México señala de de manera puntual: “La respuesta definitiva es sí: todos pueden regresar a la Iglesia. Sí, claro que sí. Eres bienvenido en la Iglesia, la Iglesia es tu casa, la Iglesia es tu madre y aquí transitamos, te llevamos y te acogemos”.
En entrevista con Desde la fe, Méndez Alvarez subrayó que quien viven con su pareja sin estar casado, ya sea en unión libre o divorciados y vueltos a casar sin que hayan solicitado la nulidad de su matrimonio católico, pueden regresar porque “la Iglesia es madre y acoge a todos sus hijos, especialmente a los que más necesitan de la misericordia de Dios”.
El director de la Dimensión de Adultos y Familia identificó los tres escenarios frecuentes que pueden generar distancia entre las parejas de fieles que viven con su pareja sin estar casado y su comunidad eclesial:
“En los tres casos pueden volver a la Iglesia, pero los dos primeros requieren un camino de conversión y acompañamiento; el tercero debe romper con el adulterio para reconciliarse con su cónyuge y con Dios”, precisó Méndez Alvarez.
Las personas que se encuentran en estas situaciones y que han decidido regresar a la Iglesia deben estar conscientes de que no pueden recibir dos sacramentos: la Penitencia (Confesión) y la Eucaristía (Comunión), debido a que no hay un arrepentimiento genuino del pecado, ya que la intención de no pecar no es firme al continuar en una relación irregular.
El motivo, explicó Alejandro Méndez, es que para poder confesarse se necesita de parte de la persona que vive con su pareja sin haberse casado un arrepentimiento real y la intención firme de no volver a pecar.
“Cuando alguien vive en unión libre o está divorciado sin nulidad y mantiene esa relación, no hay ese arrepentimiento efectivo, porque la persona continúa en la misma situación”, detalló.
Sin embargo, aclaró el responsable de la Dimensión de Adultos y Familia, esta restricción no significa que esas parejas estén fuera de la Iglesia, ya que no solo pueden regresar a ella, sino que también pueden asistir a misa, recibir la comunión espiritual, participar en grupos parroquiales y realizar actos de caridad.
“Aunque no se esté en plena gracia sacramental, Dios actúa en el corazón del que se abre a Él. Nadie queda excluido del amor de Cristo”, subrayó y mencionó la manera en cómo dichas parejas que viven en situación irregular pueden reintegrarse a la vida de fe en la Iglesia:
Méndez Alvarez sugirió que la Iglesia debe acercarse a las personas que regresan después de haberse alejado debido a su estado civil con una actitud de acogida y misericordia, sin juzgar, ya que este sitio sagrado es su casa y deben ser bienvenidos.
“Detrás de cada historia hay heridas, decisiones tomadas sin guía o contextos difíciles. A veces nadie les habló del valor del sacramento del matrimonio. No podemos juzgar sin conocer. El juicio le corresponde solo a Dios. Nosotros debemos acoger, evangelizar y acompañar, no rechazar”, recalcó
Para ilustrar lo anterior, mencionó dos ejemplos bíblicos:
En resumen, concluyó Alejandro Méndez Alvarez, la comunidad eclesial debe acoger a las persona que vive con su pareja sin estar casado como hijos de Dios, sin negarles el acceso a la vida parroquial, y acompañarlas en un proceso de transformación, confiando en que es el Señor quien hace la conversión de los corazones.
Durante un encuentro que sostuvo con la Comunidad Académica del Pontificio Instituto Tecnológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, el Papa Francisco aseguró que la Iglesia no cierra la puerta a quienes se esfuerzan en el camino de la fe, incluidos a quienes viven con su pareja sin estar casados, sino que al contrario, las abre de par en par, porque todos “necesitan una atención pastoral misericordiosa y alentadora”.
“La lógica de la integración pastoral es clave para el acompañamiento pastoral de quienes conviven, posponiendo indefinidamente su compromiso matrimonial, y de las personas divorciadas y vueltas a casar. Están bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo infunde en ellos dones y carismas para el bien común: su presencia en la Iglesia da testimonio de la voluntad de perseverar en la fe, a pesar de las heridas de experiencias dolorosas”, puntualizó el Papa Francisco el 25 de noviembre de 2024.
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