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Pecado mortal y venial, ¿cuál es la diferencia?

De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, el pecado es una ofensa a Dios y una falta contra la razón, la verdad y la conciencia recta.

San Agustín define al pecado como “una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna”. Según su gravedad se dividen en: pecado mortal y pecado venial.

¿Sabes en qué consiste cada uno? Aquí te lo explicamos:

Pecado mortal

Según el Catecismo, “el pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior.

Para que un pecado sea considerado mortal se requieren tres condiciones:

  • Materia grave: Es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre” (Mc10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la ejercida contra un extraño.
  • Pleno conocimiento: Quien lo comete, conoce el carácter pecaminoso del acto, de su oposición a la Ley de Dios.
  • Pleno consentimieno: Implica también un consentimiento suficientemente deliberado para ser una elección personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón no disminuyen, sino aumentan, el carácter voluntario del pecado.

¿Cómo luchar contra el pecado?

Pecado venial

La Iglesia nos enseña que “se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave, pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento”.

“El pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es humanamente reparable con la gracia de Dios”.

Con información del Catecismo de la Iglesia Católica.

DLF Redacción

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