En el marco del Jubileo de la Juventud 2025, la psicóloga y conferencista Mariana Beltrán ofreció el taller “¿Para qué rayos estoy aquí?”, una charla dinámica en la que animó a los jóvenes a descubrir su razón de ser a la luz de su historia personal y de la fe. A través del modelo japonés Ikigai, Beltrán ofreció a los asistentes herramientas prácticas para que comiencen a identificar su propósito en la vida.
“Encajar no es lo mismo que pertenecer. No estamos aquí para cumplir con las expectativas de otros, sino para descubrir qué pensó Dios cuando nos creó a cada uno”, dijo Mariana. La especialista destacó que cada joven ha sido creado con talentos, deseos y circunstancias únicas que no son casualidad, sino parte de un plan amoroso de Dios.
El Ikigai es un concepto japonés que significa literalmente “razón de ser” o “motivo para levantarse cada mañana”. Se trata de una filosofía de vida que busca el equilibrio entre cuatro dimensiones personales: lo que amas hacer (pasión); aquello que eres bueno (vocación); por lo que te pueden pagar (profesión) y lo que el mundo necesita (misión).
Según este enfoque, cuando una persona logra identificar lo que se encuentra en la intersección de estos cuatro ámbitos, puede acercarse a su verdadera razón de ser: su ikigai. Mariana explicó que este modelo no da respuestas automáticas, pero permite comenzar un proceso de discernimiento que puede guiar decisiones personales, vocacionales y espirituales.
Durante el taller, los participantes recibieron hojas y plumas para escribir sus propias respuestas a estas preguntas. Beltrán subrayó que se puede comenzar con ejemplos sencillos: “Si te gustan las enchiladas, apúntalo. Si sabes hacer malabares, también. A veces lo pequeño dice mucho de ti”, dijo.
A lo largo del encuentro, Mariana insistió en que la vida no se trata de encajar en moldes externos, sino de mirar al interior con sinceridad. Afirmó que incluso las heridas pueden contener pistas sobre la misión personal: “Lo que más me duele y lo que más me apasiona me está diciendo algo sobre mi llamado”, comentó, al compartir su propio testimonio de sanación y vocación.
También recordó que el ikigai no se alcanza de forma instantánea, sino que es un camino progresivo. “No van a salir de aquí con todas las respuestas, y está bien. Este es un primer paso”, dijo para animar a los jóvenes a encontrar su propósito en la vida.
El taller concluyó con una dinámica de reflexión, en la que señaló: “Fueron pensados, creados y deseados por un Padre que los ama. Los dones, talentos y anhelos que tienen no son en vano; son señales de la misión que Dios tiene para ustedes”.
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