¿Cuántas horas a la semana dedicas a orar? Una encuesta del INEGI en 2019 y retomada recientemente reveló que, en promedio, los mexicanos destinan 4.1 horas semanales a rezar o meditar.
Esto significa que los mexicanos oran menos de una hora al día.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre uso de Tiempo, los hombres destinan más tiempo a estas actividades: 4.4 horas, en contraparte con las mujeres, que dedican 3.8 horas.
¿Menos de una hora al día para meditar es poco? En el Evangelio de san Lucas 19,11-18, Jesús dice: “Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”.
Pongamos un ejemplo: una persona que cada día dedica un cuarto de hora para orar, comienza a disfrutar tanto sus ratitos con el Señor, que sin sentir va aumentando el tiempo que pasa en diálogo con Él, y aumentan también las gracias que recibe en estos encuentros.
Le sucede algo curioso, mientras más se acerca a Dios, más cerca de Él quiere estar. Rezar le permite cada día recibir más y más gracias.
En cambio alguien que dice que no tiene tiempo de meditar u orar y a duras penas dedica muy de vez en cuando un ratito a la oración, permite que se vaya enfriando su relación con Dios, va perdiendo el gusto por conversar con Él y cuando menos se acuerda, lleva meses o años de lejanía. Lo poco que tenía se le quitó.
Con los dones y bendiciones de Dios sucede al revés de lo que ocurre con los bienes del mundo: mientras más los das, más tienes, pero si no los ocupas, no los conservas, los pierdes.
Leer: ¿No tienes tiempo para orar? Lee esto de San Lucas
En palabras del Papa Francisco: la oración lleva tiempo, pero es el tiempo que necesitamos para conocer mejor a Dios, como se hace con un amigo.
Recordemos que la oración no se trata de un pliego petitorio que Dios nos debe cumplir y obtener satisfacción. Orar es un momento sencillo de diálogo y encuentro con Dios para recordar que en Su presencia todo lo que somos y quienes somos encuentra consuelo, descanso y orden.
La mejor oración, por lo tanto, es aquella que está llena de gratitud, y es normal que en ella a veces enviemos a Dios nuestras molestias, tristezas y reclamos, pero al final es importante agradecer, pues todo lo que nos ocurre encuentra su cauce en Él.
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