Santa María Magdalena ha sido uno de los personajes bíblicos más utilizados en la creación de leyendas y narraciones llenas de fantasía, desde aquellas que, exagerando su vida pecaminosa, le inventan momentos llenos de lujuria, sensualidad y erotismo, hasta las que le atribuyen los más extraños milagros.
Recientemente algunas novelas de ficción han distorsionado sobremanera la vida de esta Santa, lo que ha traído como consecuencia una gran confusión entre los creyentes. A continuación presentamos la verdad sobre María Magdalena, a quien la Iglesia recuerda por el amor que manifestó al Señor y por ser ejemplo claro de conversión.
Fantasía más fantasía trae como consecuencia una gran confusión y esto es precisamente lo que ha ocurrido con Santa María Magdalena. Su nombre no faltó en las leyendas y relatos de la Edad Media en los que se le relacionó con el llamado “Santo Grial”. Son leyendas llenas de fantasía que se hacen todavía más complicadas y se alejan cada vez más de la realidad toda vez que el “Santo Grial” no es lo mismo para unos que para otros, y esto lo podemos comprobar revisando el gran número de textos, leyendas e incluso películas que se han desarrollado sobre este tema. Cabe mencionar que la mayoría de este tipo de documentos no tienen fundamentos serios porque se inspiran en una información muy tardía y se dejan llevar por la fantasía, exaltando aspectos mágicos o esotéricos.
No faltan tampoco versiones fantasiosas o novelas tendenciosas en las que se pretende acusar a la Iglesia Católica de querer ocultar o encubrir la verdad sobre la Magdalena y el “Santo Grial” con fines oscuros y malvados, pero… ¿a qué se le llama “Santo Grial” y cuál sería su supuesta relación con María Magdalena?
Muchos han buscado en el Grial un objeto mágico que encierra el poder de Dios y que les ayudará a no morir jamás. La mayoría de las personas que se han dedicado a escribir sobre este tema están tan confundidas que siguen creando más confusión. En realidad, el contexto más antiguo llama “Santo Grial” al cáliz utilizado por Cristo en la Última Cena, en donde más que el objeto, es Cristo mismo quien salva a la humanidad. No es la magia de una copa o de un cáliz la que libera al hombre del pecado y de la muerte, sino la alianza que Dios hace con la humanidad mediante su Hijo. Son, pues, la ayuda de Dios y el compromiso del hombre los que juntos transforman las cosas.
Los escritos y narraciones sobre el “Santo Grial” son tantos y tan diversos como la fantasía lo permite. Así, unos dicen que es el cáliz utilizado por Cristo en la Última Cena. Otros hablan de un objeto que estuvo en contacto directo con la sangre derramada por Cristo en su pasión, objeto que puede ser una copa o vaso en la que San Nicodemo, San José de Arimatea o alguno de los discípulos, recogió y conservó la sangre vertida en el momento de la crucifixión, o incluso la lanza que Longinos, el soldado romano, utilizó para traspasar el costado de Cristo del que surgió sangre y agua. Finalmente hay quienes –de manera más fantasiosa y sin prueba alguna-, dicen que el “Santo Grial” es la sangre viviente de Cristo que continúa a través de sus descendientes procreados con María Magdalena o alguna otra de las mujeres de su tiempo. ¡Qué confusión! Desde el cáliz de la Última Cena hasta la supuesta descendencia de Cristo.
Especialmente, esta última versión -sin fundamento-, se ha puesto de moda entre algunos falsos investigadores o entre los creadores de novelas fantásticas que quieren a toda costa convertir a Jesucristo, el hijo de Dios, en un ser común y corriente, sujetándolo a la necesidad de una pareja femenina y de la procreación. Nada más lejano a la propia predicación de Cristo que, si bien bendijo la unión matrimonial y la importancia de los hijos, también enseñó el valor del sacrificio al pedir que se dejara padre, madre, esposa, hijos y hermanos por el Reino de Dios.
Ante este cúmulo de datos falsos y desinformación, el hombre actual se pregunta ¿cuál es la verdad? ¿Hasta dónde llega la verdad y hasta dónde la fantasía? ¿Cuáles son las fuentes verdaderas y cuáles las apócrifas? ¿En verdad María Magdalena tuvo descendencia con Cristo?
El verdadero investigador o crítico, sobre todo si es cristiano, debe hacer a un lado todas aquella ideas que no tienen un verdadero sustento, así como purificar su mente de toda aquella información proveniente de novelas, leyendas y escritos fantásticos. También debe tomar en cuenta que hay muchas personas que, con el interés de dañar a la Iglesia, presentan a las autoridades eclesiásticas y al Vaticano como un grupo que busca sólo el poder mundano a base de engaños.
En realidad es muy poco lo que los textos antiguos y verdaderos mencionan sobre María Magdalena. Son más los textos posteriores y apócrifos de la Edad Media los que le inventan historias fantásticas. Por eso tenemos que ceñirnos a los documentos o fuentes más antiguos y de ellos obtener la información. En primer lugar tenemos que decir que se ha confundido a María Magdalena con otras mujeres de la Biblia.
Por ejemplo, María Magdalena no es la hermana de Lázaro, que era de Betania y que ungió los pies de Jesús con “una libra de perfume de nardo puro” (Jn 12,1-8; Mt 26,6-13; Mc 14,3-9). Tampoco es la pecadora pública que visita a Jesús mientras comía en la casa de un fariseo: “llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con perfume” (Lc 7,36-38).
María Magdalena es la que presenta por primera vez el evangelista san Lucas: “María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios” (Lc 8,2). Era una de las mujeres que seguían al Señor en su predicación. La encontramos después a los pies de la cruz (Mt 27,55-56; Mc 15,40; Jn 19,25); posteriormente presencia el sepelio de Jesús (Mt 27,61; Mc 15,47), y finalmente va de mañana al sepulcro y ve al Señor resucitado (Mt 28, 9; Mc 16,9; Jn 20,11-18). La Iglesia la recuerda por el amor que manifestó al Señor y por ser la primer persona en la historia que anunció la Resurrección de Jesús.
Ciertamente habrá muchas personas que quieran quitarle a María Magdalena la santidad y al mismo tiempo reducir a simple humano a Jesús. También habrá muchos que quieran desfigurar su rostro y hacer complicado el mensaje de Jesucristo para también desfigurar la buena noticia de la Resurrección.
No obstante, la información que nos ofrecen los evangelios es clara y sencilla. Suficiente para comprender la conversión de una mujer y el seguimiento que hace de su maestro. María Magdalena no necesita de leyendas o escritos fantásticos que desfiguren su historia ni la de Jesucristo. Tampoco necesita de códigos que descifren su vida sencilla y transparente.
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