Cuando aún vivía, Diego Armando Maradona, “en algún lugar de la Mancha”, se formó la Iglesia Maradoniana, por la gran influencia en el ámbito futbolístico del famoso futbolista argentino, admirado por millones de fanáticos en todo el mundo. Años después, surgió otro gran “ídolo”, Lionel Messi, también argentino, considerado el mejor futbolista de las últimas décadas.
Ante estos dos grandes personajes del futbol mundial surgen los cuestionamientos sobre cuál de ellos es el más grande de la historia y no falta quien, en el calor de la emoción, se refiera a alguno de ellos como un “dios”.
Hace tiempo, un periodista lanzó la siguiente pregunta al Papa Francisco: “¿Es un sacrilegio decir que Messi es Dios?”.
El Santo Padre respondió: “en teoría, es un sacrilegio. No se puede decir, yo no lo creo”.
@desdelafe Lionel Messi es uno de los jugadores más exitosos de todos los tiempos. No sólo habla de él su desempeño en el campo, sino tambien su personalidad y que atribuye su talento a Dios. Pues en una entevista deja claro que “Todo depende de Dios” #messi #Fe #lionelmessi #Dios #messi_king ♬ The Champion – Lux-Inspira
Sin embargo, precisó que se trata de expresiones cotidianas: “la gente dice que ‘es dios’, así como dice ‘yo te adoro’. Adorar solamente a Dios”.
Cuando ponemos a una persona o cosa por encima de Dios, incluso negando a Dios, estamos cometiendo un sacrilegio.
No debemos tener y menos adorar ídolos; no podemos, por muchos que sean los éxitos de una persona, ponerle el nombre de Dios. Quizás suavizando las frases que usamos comúnmente, la intención es agrandar y resaltar los logros en determinado campo, pero sin tomarlos en sentido literal.
A los latinoamericanos nos gusta exagerar lo que nos gusta y apasiona. Tenemos muchos “reyes” y “dioses”: de la salsa, del futbol, del automovilismo… No creo, igual que el Papa, que los creamos dioses y los adoremos, pues nos llevaría claramente a la idolatría y al sacrilegio.
Para evitarlo, debemos acercarnos y conocer de verdad las enseñanzas de la Iglesia, a la verdadera y sana doctrina, cuyo fundamento es la Sagrada Escritura, bien comprendida, y al Magisterio con toda su Tradición.
No se trata de ser eruditos, pero sí de buscar la verdad, sin miedos, y dejarnos llevar por el Espíritu de Dios. Él nos guía a la verdad y nos hace, en verdad, libres.
Esta nota es parte de nuestra revista impresa: Sacrilegios, puedes cometerlos sin saberlo. Descárgala aquí
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