Después de 25 años de que Latista-Cuellar compusieran el Himno del Primer Congreso Eucarístico Nacional que tuvo lugar en la Ciudad de México en 1924, Pedro Infante lo interpretó. Tal vez muchas personas lo haya escuchado, pero pocas saben que se trata de un canto de adoración a Jesús-Eucaristía.
Esto ocurrió en la película El Seminarista, filmada en 1949, y posiblemente sea la mejor versión que se haya interpretado de esta obra musical.
El ídolo de las multitudes grabó el Himno del Congreso Eucarístico y la película se proyectó muchas veces en las salas de cine.
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El Seminarista fue dirigida por Roberto Rodríguez y protagonizada por Pedro Infante y Silvia Derbez.
La trama trata de que Miguel (Pedro Infante), junto con su amigo Toño (Fernando Soto “El Mantequilla”) son seminaristas y van a visitar al tío de Miguel, quien es un mujeriego y parrandero, y quien los tacha de ser poco hombres.
Miguel consigue un trabajo en una escuela de señoritas donde es muy querido. Finalmente, después de varias tentaciones, deja el sacerdocio para casarse, pero Toño se ordena como sacerdote.
Este Congreso Eucarístico Nacional fue convocado en marzo de 1923 a través de una hoja parroquial que editaba, en Tlalpan, el cura Antonio Sanz Cerrada, y que incluía una nota del canónigo penitenciario de la Catedral de México, José M. Méndez.
Como en esas fechas se encontraban en la Ciudad de México 28 obispos que asistían a las honras fúnebres del abad de la Basílica de Guadalupe, Antonio Plancarte y Labastida, la publicación tuvo mucho éxito, e hicieron la convocatoria para el 5 de octubre de 1924. Se nombró como presidente del proyecto al Arzobispo de México, José Mora y del Río.
La Arquidiócesis de México emitió un edicto que decía:
“Este Congreso tendrá carácter de desagravio público por los crímenes, excesos, sacrilegios y profanaciones cometidos por tantos de nuestros compatriotas; Nos creemos obligados a promoverlo y alentarlo… al amparo de Santa María de Guadalupe, y bajo los auspicios de Santo Tomás de Aquino, de San Francisco de Sales y de San Juan Bailón, patrono de las obras eucarísticas.”
Durante todo un año, las diócesis y parroquias del país organizaron conferencias eucarísticas y prepararon niños para la Primera Comunión. El Congreso tuvo dos escenarios principales: la Catedral de México y la Basílica de Guadalupe. El Papa Pío XI envió un telegrama.
En la sesión inaugural del Congreso, Mons. Luis María Martínez, arzobispo de México, dijo: “Venga la triste patria nuestra a los pies del Cordero Divino, traiga el raudal de sus lágrimas amargas y el cúmulo secular de sus pecados nacionales, recoja del turbio torrente de su historia, su iniquidad y las iniquidades de sus hijos, y deposite todo sobre el altar de la expiación; allí hay sangre para lavar todas las manchas; allí hay dolor para expiar todos los crímenes. Es la patria ávida de amor y de expiación, que se postra ante la Eucaristía, buscando en ella el manantial de su dicha y el secreto de su perdón.”
Muchas casas fueron adornadas con faroles y con los colores vaticanos, amarillo y blanco, para participar en la fiesta. También se programó una procesión eucarística que no pudo efectuarse porque eran tiempos de persecución religiosa.
Himno del Primer Congreso Eucarístico Nacional
Película completa de El Seminarista
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