Sabías que

Pasos para una buena confesión: practica las cuatro ‘C’

Si quieres aprender los pasos para una buena confesión, puedes usar el método de las cuatro ‘C’.

La confesión es la expresión de nuestros pecados a Dios a través del confesor. Ejemplo de ello es la bienvenida que da el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación (Confesión) al penitente: “El Señor esté en tus labios y en tu corazón para que, con dignidad y confianza, puedas confesar todos tus pecados”

El Catecismo de la Iglesia nos dice en el núm. 444: Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial.

El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación. Los Padres de la Iglesia presentan este sacramento como “la segunda tabla (de salvación) después del naufragio que es la pérdida de la gracia”.

Los pasos para una buena confesión

La tradición en la Iglesia retoma, desde de la experiencia de los santos, estos pasos que siguen vigentes, para una buena y fructífera confesión. Estas son las 4 “C” de la buena confesión.

Te puede interesar: Las 30 preguntas del Papa para un buen examen de conciencia 

1. Clara

Expresar al confesor cuál y cuáles son los pecados cometidos, sin omitir, disfrazar, ni justificar, sólo y de manera simple la falta a Dios y al hermano y a nosotros mismos. Como dice el dicho “las cuentas claras y el chocolate espeso”.

Por vergüenza nos cuesta trabajo llamarle a las cosas por su nombre y/o que el confesor adivine lo que hicimos. La razón es que eso ayuda a que seamos ayudados a buscar el remedio y la solución, también ayuda a clarificar la gravedad del pecado; pensamos que todo es grave y puede ser leve, al revés, que pensemos que algo grave es leve.

Es una ayuda a tener una conciencia clara, no escrupulosa ni temerosa ante Dios. Si somos claros con nosotros, llamando al pecado por su nombre, tendremos un corazón claro y limpio ante Dios. Preciso, debo manifestar mis pecados, no los de los demás que me rodean y con los cuales convivo.

2. Concisa

No se trata de hablar mucho, se trata de reconocer y dejarnos cobijar en la misericordia divina que, de antemano, ya conoce y sabe lo que hay en nuestro corazón. No por mucho hablar creamos que seremos escuchados. Cuando es conciso, es capaz de centrarse en lo importante y lo necesario, de identificar donde está el pecado y poner el remedio en donde se debe.

Evitar andarnos por las ramas, pensando que al marear al confesor, ya mareamos a Dios; como dice la sabiduría de nuestros mayores “Dios todo lo ve y lo sabe”.

3. Contrita

Reconocimiento preciso de lo que hemos hecho mal, de las ofensas cometidas, con el dolor por nuestros pecados y el reconocer con humildad que en Dios está la auténtica liberación y necesito ser un hombre libre. Me humillo y me levanto libre de las consecuencias de mis malas acciones de las que he hecho conciencia y reconozco que debo evitar.

4. Completa

No debo ocultar nada por temor o vergüenza. No temer al juicio de Dios ni de los hombres; pretender engañar a Dios y al confesor, es engañarme a mí mismo e impedir que Dios, en su infinita bondad y misericordia, me permita reconciliarme plenamente con Él y la Iglesia. Si la confesión es a medias, el perdón y el cambio no puede ser a medias…

El perdón de Dios nos viene de la victoria de Cristo sobre la cruz en su pasión, muerte y resurrección; Jesús ha pagado con su sangre por nuestros pecados. Jesús, el Mesías resucitado da a sus discípulos y sucesores el poder de perdonar, en  su nombre, los pecados cometidos después del bautismo, a aquellos que arrepentidos y con propósito de enmienda se acogen a su Divina Misericordia: “Sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará; a quienes se los retengan, Dios se los retendrá” (Jn 20, 22-23).

En el último de los pasos para una buena confesión, el confesor da al fiel, después de la confesión sincera de sus pecados, la absolución: “Dios, Padre misericordioso, que reconcilió al mundo consigo por la muerte y la resurrección de su Hijo y envió al Espíritu Santo para el perdón de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Pbro. Salvador Barba

Sacerdote diocesano y director de la Dimensión de Bienes Culturales de la Arquidiócesis Primada de México. Párroco de San José, en la colonia Revolución; y Rector de San Miguel, en la colonia Damián Carmona.

Entradas recientes

Si hoy fuera la votación de diputados federales

En 2027 la votación de Morena y sus aliados estaría por debajo de los resultados…

1 día hace

En el marco de Jubileo

DEL CIELO BAJA LA LLUVIA como bendición de Dios –¡no hay duda!- aunque aquí en…

2 días hace

Arquidiócesis de México tiene 7 nuevos sacerdotes: el Card. Aguiar los alienta a acompañar como Cristo

La Arquidiócesis Primada de México tiene siete nuevos sacerdotes que fueron ordenados por el Cardenal…

2 días hace

Queridos jóvenes: no están solos, la Iglesia camina con ustedes

La Iglesia te necesita, joven. Eres el ahora de Dios. Te invitamos al Jubileo de…

2 días hace

Lecturas de la Misa y Evangelio del Domingo 29 de junio 2025

La solemnidad de San Pedro y San Pablo es muy antigua, es más antigua en…

3 días hace

El Seminario Conciliar de México tiene nuevo rector: ¿quién es el Pbro. Estanislao Vega?

El Card. Carlos Aguiar designó al padre Estanislao Vega como rector del Seminario de México…

4 días hace

Esta web usa cookies.