Confirmación es uno de los Siete Sacramentos de la Iglesia y es uno de los más especiales, pues es un verdadero encuentro con el Espíritu Santo. Foto Austin Morrise Photography
La Confirmación es uno de los Siete Sacramentos de la Iglesia y es uno de los más especiales, pues es un verdadero encuentro con el Espíritu Santo, que nos fortalece para vivir como discípulos de Cristo en el mundo actual.
Aunque es un sacramento de gran importancia, la Confirmación suele ser subestimada por la mayoría de los católicos. Muchas personas la postergan, la ven simplemente como un requisito para ser padrino o para casarse, o no comprenden en profundidad su verdadero significado. Esta falta de conciencia ha llevado a que comúnmente se le llame el “Sacramento olvidado”.
De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, (Cap. 2 ,1285) la Confirmación, junto con el Bautismo y la Eucaristía, forma parte de los sacramentos de la iniciación cristiana, y su unidad es muy importante. Es fundamental explicar a los fieles que recibir la Confirmación es necesario para completar la gracia que recibieron en el Bautismo.
En otras palabras, la Confirmación perfecciona la gracia del Bautismo. Mientras que el Bautismo nos hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia, la Confirmación nos fortalece con los dones del Espíritu Santo para que podamos dar testimonio de Cristo con valentía y coherencia.
El Catecismo también señala que la Confirmación profundiza nuestra filiación divina, nos une más firmemente a Cristo, fortalece nuestro vínculo con la Iglesia, y nos invita a participar activamente en su misión. Además, nos ayuda a dar testimonio de nuestra fe cristiana tanto con nuestras palabras como con nuestras acciones (#1316).
Los sacramentos fueron instituidos por Cristo, los cuales son signos sagrados visibles en los que los católicos podemos experimentar la presencia de Dios que sana, perdona, alimenta, fortalece y capacita para amar y servir correctamente, ya que en ellos actúa la gracia de Dios.
La Confirmación es un verdadero encuentro con el Espíritu Santo, que nos fortalece para vivir como discípulos de Cristo en el mundo actual. Redescubrir este sacramento y prepararse adecuadamente para recibirlo es una oportunidad para renovar el corazón y comprometerse con la misión de la Iglesia.
Antiguamente la iglesia impartía juntos los tres sacramentos de la iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía), incluso en los bebés. Tiempo después, en la Iglesia occidental, la Confirmación comenzó a separarse del Bautismo, ya que se reservó al obispo la administración de este sacramento.
Con el tiempo, y debido a que la sociedad fue comenzando a dejar al último este Sacramento, se decidió que lo ideal era que los niños recibieran la Confirmación cuando ya tuvieran uso de razón, con el propósito de que pudieran comprender y asumir su fe de forma más libre y consciente. Por eso hoy se celebra generalmente después de la Primera Comunión, sugerida a partir de los 12 años.
En 2018, el Card. Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México, estableció nuevas edades para que los niños reciban la Primera Comunión y la Confirmación, así como los tiempos de preparación para ambos sacramentos en las provincias eclesiásticas de Tlalnepantla y Ciudad de México.
El Cardenal Aguiar estableció que se respeten los 9 años cumplidos para recibir la Primera Comunión, y de 12 años para recibir la Confirmación. El objetivo de ello es preparar mejor a los niños y tengan una mayor conciencia del Sacramento que recibirán y que los comprometa con la Iglesia, pero también con el mundo.
*Cabe señalar que quienes viven en unión libre o están casados solamente por el civil, no pueden ser padrinos; deben ser personas solteras o con el matrimonio por la Iglesia, y deben tomar una plática(s) para padrinos.
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