¿Cómo acercarme a Dios si me siento indigno por mis pecados? Nadie mejor que un Padre para responder esta pregunta que surge en la mente de muchos que pecaron y ahora sienten cierta incomodidad o vergüenza al hablarle a Dios, inclusive de ir a la iglesia.
El Padre Federico Albatch dio un mensaje de aliento y acogida dirigido a justamente a aquellas personas que se sienten indignas de acercarse a la iglesia debido a sus errores y pecados. De ese modo contesta a la pregunta: “¿Cómo acercarme a Dios si me siento indigno por mis pecados?”. No hay que olvidar que la Iglesia es un lugar para todos, especialmente para aquellos que reconocen sus imperfecciones y desean mejorar.
El Padre contestó a la pregunta recordando una peculiar anécdota:
“Alguna persona me platicó que no se acerca a la Iglesia porque ella consideraba que no era digno de hacerlo porque su vida, desde su punto de vista, no había sido una vida conforme a los ideales del evangelio e Iglesia y me dijo padre, cómo me voy a acercar con tantos errores, con tantas fallas. No me siento digna de estar aquí”, dijo.
Subrayó que ante este tipo de situaciones no hay que olvidar que la iglesia es el espacio donde estamos invitados todos, especialmente con nuestros errores, fallas y pecados.
“Jesús nos dijo que no vino a llamar a los sanos, sino a los que necesitan la salud que él nos trae a los enfermos y pecadores. La iglesia no es una comunidad de personas perfectas e inmaculadas, sino una comunidad de hombres y mujeres con todos nuestros errores e incoherencias, sí, con el deseo de ser cada vez más auténticos y coherentes, pero al mismo tiempo reconociendo nuestras limitaciones”, sostuvo.
En ese sentido, puntualizó que nadie debe avergonzarse ni sentirse excluido, pues lo único que quiere Cristo es nuestro esfuerzo constante por corresponder a su amor. Dicho esfuerzo, por lo general, requiere un proceso, un intento repetido de mejorar.
“En ocasiones hemos hecho el propósito de cambiar algo en nuestra vida y no nos sale en el primer intento ni en el segundo ni el en tercero. Pero él es paciente, misericordioso y todos somos hermanos y hermanas caminando entusiasmados por el amor de Cristo y también animándonos unos a los otros para crecer”.
¡Así que todos invitados a la Iglesia. Todos somos caminantes siguiendo a Jesucristo!
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