Muchas personas nos preguntemos ¿Qué dice la Biblia de no juzgar la conducta de las personas? esto pasa porque todos los días y a todas horas emitimos juicios sobre el ser y actuar de los demás que, más que ayudarnos a tener relaciones sanas y satisfactorias, nos separan ¿Esto es correcto? Aquí te compartimos una excelente reflexión sobre por qué juzgar no es bueno.
La frase “el que esté libre de pecado” es una referencia a una frase atribuida a Jesús en el Evangelio de Juan, capítulo 8, versículo 7. En este pasaje, se relata el episodio de la mujer sorprendida en adulterio, y los escribas y fariseos la llevan ante Jesús para ponerlo a prueba. Ellos le preguntan si debe ser apedreada, de acuerdo con la ley de Moisés.
Jesús responde diciendo: “El que de entre vosotros esté libre de pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Con esta respuesta, Jesús invita a aquellos que se consideran sin pecado a ser los primeros en condenar a la mujer. Como resultado, todos se retiran, conscientes de que también son pecadores.
La respuesta de Jesús nos lleva a una profunda reflexión sobre la humildad y la autoconciencia. En lugar de juzgar y condenar a los demás, se nos invita a reconocer nuestra propia condición humana pecadora y a ser compasivos y misericordiosos hacia los demás.
Es importante destacar que esta frase no implica que no se deban aclarar y corregir las acciones erróneas, sino que nos recuerda que nadie está exento de pecado y que debemos abordar los errores de los demás desde una postura de humildad y misericordia, evitando el juicio despiadado y condenatorio.
En sus enseñanzas, Jesús instó a sus seguidores a no juzgar a los demás. El pasaje bíblico más citado en relación con esto se encuentra en el Evangelio de Mateo, capítulo 7, versículos 1-2, donde Jesús dice: “No juzguen para que no sean juzgados, porque con el juicio con que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midan se les medirá a ustedes”.
La Iglesia Católica reconoce que Dios es el único juez verdadero y que todos somos pecadores en necesidad de su misericordia. Por lo tanto, se pide a las personas ser humildes y nobles de corazón hacia los demás, sin emitir juicios o condenas. Además se promueve la práctica de la caridad, la compasión y la comprensión hacia los otros, buscando siempre el bien y la reconciliación.
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