La oración en familia no solo fortalece la vida espiritual de sus miembros, sino que transforma el hogar en un espacio de encuentro con Dios. Una forma concreta de fomentar esta vida de oración es la creación de un altar o rincón sagrado dentro del hogar, un lugar que favorezca la reflexión, la unidad familiar y el diálogo con el Señor.
La Iglesia alienta la existencia de estos espacios de oración, por ejemplo, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que “la casa cristiana es el lugar donde los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso el hogar es llamado con razón ‘Iglesia doméstica’, comunidad de gracia y de oración” (CIC, 1666). Este carácter sagrado del hogar se ve reforzado cuando se dispone en él un lugar especialmente dedicado a la oración personal y comunitaria.
También en el Catecismo se señala “Conviene preparar un lugar favorable a la oración personal y comunitaria dentro del hogar, un ‘rincón de oración’, para que sea propicio al recogimiento y a la oración” (CIC, 2691). Este espacio, decorado con una imagen sagrada, una Biblia, un cirio o un crucifijo, no solo embellece el entorno familiar, sino que lo dispone a vivir con mayor conciencia su identidad cristiana.
Se recomienda un espacio ordenado y silencioso, que invite a la reflexión. Puede ser una mesa, repisa o mueble dedicado exclusivamente a este fin. La constancia del lugar favorece el hábito y la familiaridad con la oración.
La cruz, el Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen María o el santo patrono de la familia pueden ocupar el lugar central del altar. La imagen debe ser digna y tratada con respeto.
La Biblia es la Palabra viva de Dios. Tenerla presente, abierta en un pasaje significativo o litúrgico del día, recuerda a la familia la centralidad de la escucha en la vida cristiana.
El altar debe ser sobrio, limpio y visualmente armónico. Pueden colocarse flores naturales, imágenes o frases bíblicas, especialmente si involucran a los niños o adolescentes de la familia.
Este espacio no es solo decorativo: está destinado a fomentar la oración cotidiana. Puede utilizarse para:
El Papa Francisco señaló en su exhortación Amoris Laetitia, “ los momentos de oración en familia y las expresiones de la piedad popular pueden tener mayor fuerza evangelizadora que todas las catequesis y que todos los discursos” (n. 288).
Cabe destacar que el altar familiar no requiere grandes recursos materiales, sino un corazón dispuesto a encontrarse con Dios. Como enseña el Evangelio, “donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Este gesto, sencillo pero profundo, puede transformar la vida espiritual del hogar y convertirlo, como dice la Iglesia, en una verdadera Iglesia doméstica.
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