Este 30 de septiembre es el aniversario de la muerte de San Jerónimo, uno de los cuatro Padres latinos de la Iglesia —al lado de San Ambrosio, San Agustín y San Gregorio Magno—, pero que es especialmente nombrado porque fue el traductor de la Biblia al latín, versión conocida como Vulgata.
San Jerónimo tenía como lengua materna el latín, y conocía la obra de los grandes autores de esta lengua: Homero, Virgilio, Cicerón, Horacio, Tácito y Platón, entre otros. Hablaba el griego y la lengua hebrea, pero para dar mayor certeza a sus traducciones de este idioma, vivió en Belem, donde falleció y fue sepultado.
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Ya en el año 382 había corregido la versión latina existente del Nuevo Testamento, que tenía varias imperfecciones y hacia el año 390 comenzó a traducir el Antiguo Testamento directamente del hebrero, obra que culminó en el año 405.
El monumental trabajo de las traducciones fue un encargo del Papa Damaso quien lo había nombrado su secretario, redactaba sus cartas y también se convirtió en profesor de exégesis. Sin duda, ha sido uno de los más grandes teólogos de la Iglesia y por ello, en 1295 fue declarado Doctor de la Iglesia.
San Jerónimo nació en Estridón, en Dalmacia, hacia el año 347; sus padres eran cristianos. A los 12 años de edad partió a Roma para proseguir sus estudios de gramática y literatura, bajo la dirección del más notable de la lengua latina por aquellos años, Elio Donato, quien era pagano. En Roma fue bautizado a los 19 años, y, entre el 378 y el 382, estudió las Sagradas Escrituras en Constantinopla, bajo la dirección de Gregorio Nacianceno. Luego, volvió a Roma, después de que fuera ordenado sacerdote por el obispo Paulino de Antioquía.
San Jerónimo tuvo la oportunidad de viajar y visitar varias ciudades del Imperio Romano: estuvo en Tréveris, en Renania-Palatinado, Alemania y en Alepo, Siria, donde formó parte de una comunidad de monjes, y también visitó Egipto. Fundó varios monasterios para hombres y mujeres. Se han conservado 117 cartas suyas.
San Jerónimo falleció a los 78 años, el 30 de septiembre de 420, y fue sepultado en Belén; por eso, dicha fecha es considerada como el Día internacional de la traducción, y es representado como un hombre anciano, leyendo o escribiendo o como ermita.
La Biblia católica consta de 73 libros escritos por distintos autores y en diferentes fechas, y al paso de los siglos se ha traducido a 438 idiomas y de forma parcial, a 2454 idiomas. Cada año se venden cien millones de ejemplares en todo el mundo. Después del Misal de Constanza, la Biblia fue el segundo libro impreso por Gutenberg, y de los cuales se conocen muy pocos ejemplares. En las Biblias protestantes se carece de 7 libros deuterocanónicos.
Algunas Biblias han sido ilustradas por grandes artistas, entre ellos, Doré, y las escenas bíblicas han inspirado a los más grandes artistas de todos los tiempos.
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