La relación entre la Iglesia y la ciencia parece complicada, sin embargo, muchos científicos católicos -sacerdotes y laicos- han hecho grandes aportaciones en distintos campos de estudio. Además de que el Papa Francisco, quien se graduó como técnico químico, ha destacado temas como el cuidado del medio ambiente durante su Pontificado.
Aquí te presentamos a algunos de los más destacados científicos católicos:
Nicolás Copérnico es ampliamente conocido por su Teoría Heliocéntrica, que dio a conocer en su libro Revolutionibus Orbium Coelestium, publicado en 1543. Aunque no fue el primero en afirmar que la tierra gira alrededor del sol –Aristarco lo propuso más de 1,000 años antes- sí fue el primero en demostrarlo con cálculos matemáticos.
Lo que pocos saben es que Copérnico era un clérigo católico y doctor en derecho canónico que, pese a sus ideas innovadoras, siempre se mantuvo fiel a su fe.
Aunque muchos atribuyen la Teoría de la Expansión del Universo a Edwin Hubble, en realidad el sacerdote jesuita Georges Lemaître (Bélgica, 1894) fue el primer académico en proponerla. Lemaitre también propuso la Teoría del Átomo Primigenio, que luego se conocería como Big Bang.
Lemaître ingresó al seminario de Malina, en su país natal, tras doctorarse en física y combinó el sacerdocio con sus estudios. Dio clases por un corto tiempo en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, y luego se trasladó a la Universidad Católica de Lovaina, donde fue profesor de tiempo parcial.
Es considerado el padre de la genética moderna y como el descubridor del origen del Síndrome de Down. Lejeune, originario de Francia, fue profundamente católico. Falleció en París en 1994, a la edad de 67 años.
Por sus estudios y su férrea defensa de la vida desde la concepción, Jerome Lejeune fue nombrado por el Papa Juan Pablo II como presidente vitalicio de la Pontificia Academia para la Vida. Actualmente, continúa avanzando su proceso de beatificación.
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La hermana dominica Miriam Stimson (Chicago, Estados Unidos, 1913-2002) fue la segunda mujer en impartir una conferencia en la prestigiosa Universidad La Sorbona de París –la primera fue Marie Curie-. También tuvo un papel preponderante para la comprensión del ADN, y gran parte de su trabajo estuvo dedicado a la lucha contra el cáncer.
La vida de Stimson se desarrolló entre su convento de las Hermanas Dominicas de Adrian, y la Universidad Siena Heights, donde estudió, impartió clases y tuvo su laboratorio.
En 1958, una mujer fue aceptada por primera vez en el programa de Informática de la prestigiosa Universidad de Dartmouth. Su nombre era Mary Kenneth Keller y, además de pertenecer a las Hermanas de la Caridad, tenía una maestría en Física y Matemáticas.
La hermana Mary Kenneth Keller participó en el desarrollo de BASIC, lenguaje informático que permitió la creación de varios sistemas operativos, entre ellos Windows. En 1965, la hermana Kenneth se convirtió en la primera mujer en obtener un doctorado en Ciencias de la Computación.
Gregorio Johann Mendel (1822,1884) tomó su primer nombre cuando ingresó a la abadía agustiniana de Santo Tomás, en Brunn, hoy República Checa. Es considerado el padre de la genética, gracias a las Leyes de Mendel, una serie de reglas sobre la transmisión y la herencia genética, realizadas a partir de sus estudios sobre la planta de guisantes.
Tras ser ordenado sacerdote, Mendel fue enviado por sus superiores a estudiar matemáticas, física y ciencias naturales a la Universidad de Viena. Posteriormente se convirtió en Maestro de la Escuela Real hasta que fue elegido abad del monasterio.
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