En la Biblia, los Salmos son composiciones poéticas de alabanza, agradecimiento o súplica a al Señor, cuya lectura puede ofrecer consuelo a las personas en circunstancias difíciles. Pero además, podemos emplearlos a manera de oración para pedir a Dios por nosotros mismos o por nuestros seres queridos que enfrentan situaciones de salud delicadas. Por eso, aquí te dejamos 4 salmos para pedir por los enfermos:
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Oh Señor, no me reprendas
en tu furor
ni me castigues en tu ira.
Ten misericordia de mí, oh Señor, porque desfallezco.
Sáname, oh Señor, porque mis huesos están abatidos.
También mi alma está muy turbada;
y tú, oh Señor, ¿hasta cuándo?
Vuelve, oh Señor; libra mi alma. Sálvame por tu misericordia
porque en la muerte no hay
memoria de ti;
¿quién te alabará en el Seol?
Me he agotado de tanto gemir. Toda la noche inundo mi cama
y con mis lágrimas empapo mi lecho.
Mis ojos están debilitados por el pesar;
se han envejecido a causa de todos mis adversarios.
Apártense de mí todos los que obran iniquidad,
porque el Señor ha oído la voz de mi llanto.
¡El Señor ha escuchado mi ruego!
¡El Señor ha aceptado mi oración!
Todos mis enemigos se avergonzarán
y se aterrarán.
Retrocederán y, de repente, serán avergonzados.
El Señor es mi pastor;
nada me faltará.
En prados de tiernos pastos
me hace descansar.
Junto a aguas tranquilas me conduce.
Confortará mi alma
y me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra
de muerte
no temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo.
Tu vara y tu cayado
me infundirán aliento.
Preparas mesa delante de mí
en presencia de mis adversarios. Unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa del Señor moraré por días sin fin.
Señor, Dios de mi salvación,
día y noche clamo delante de ti.
¡Llegue mi oración a tu presencia!
¡Inclina tu oído hacia mi clamor!,
porque mi alma está hastiada de males
y mi vida cercana al seol.
Soy contado entre los que descienden al sepulcro;
soy como un hombre sin fuerza,
abandonado entre los muertos,
como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,
de quienes no te acuerdas ya
y que fueron arrebatados de tu mano.
Me has puesto en el hoyo profundo,
en tinieblas, en lugares profundos.
Sobre mí reposa tu ira
y me sumerges en todas tus olas.
Has alejado de mí a mis conocidos;
me has hecho repugnante para ellos;
encerrado estoy sin poder escapar.
Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción.
Señor, a ti clamo todo el día y he extendido a Ti mis manos.
¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?
¿Se levantarán los muertos para alabarte?
¿Será proclamada en el sepulcro tu misericordia
o tu verdad en el Abadón?
¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas
y tu justicia en la tierra del olvido?
Mas yo a ti he clamado,
y de mañana mi oración se presenta delante de ti.
¿Por qué, Dios, desechas mi alma?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?
Yo estoy afligido y menesteroso;
desde la juventud he llevado tus terrores, he estado lleno de miedo.
Sobre mí han pasado tus iras
y me oprimen tus terrores.
Me han rodeado como aguas continuamente;
a una me han cercado.
Has alejado de mí al amado y al compañero,
y a mis conocidos has puesto en tinieblas.
Bienaventurado el que piensa en el pobre;
en el día malo lo librará el Señor.
El Señor lo guardará, y le dará vida;
será bienaventurado en la tierra,
y no lo entregará a la voluntad de sus enemigos.
El Señor lo sustentará sobre el lecho del dolor;
mullirás toda su cama en su enfermedad.
Yo dije: Señor, ten misericordia de mí;
sana mi alma, porque contra ti he pecado.
Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:
¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?
Y si vienen a verme, hablan mentira;
su corazón recoge para sí iniquidad,
y al salir fuera la divulgan.
Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
contra mí piensan mal, diciendo de mí:
cosa pestilencial se ha apoderado de él;
y el que cayó en cama no volverá a levantarse.
Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
alzó contra mí el calcañar.
Mas tú, Señor, ten misericordia de mí, y hazme levantar,
y les daré el pago.
En esto conoceré que te he agradado,
que mi enemigo no se huelgue de mí.
En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,
y me has hecho estar delante de ti para siempre.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
por los siglos de los siglos.
Amén.
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