En 2016 el ahora Papa emérito Benedicto XVI realizó un ciclo de catequesis sobre los apóstoles que llamó Jesús durante su vida terrena. Como parte de ello habló sobre san Bartolomé apóstol, santo cuya fiesta litúrgica es cada 24 de agosto.
El Santo Padre comenzó recordando que en las antiguas listas de los doce, Bartolomé siempre aparece antes de Mateo, y varía el nombre de quien lo precede que puede ser Felipe (cf. Mt 10, 3; Mc 3, 18; Lc 6, 14) o bien Tomás (cf. Hch 1, 13)
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Su nombre es claramente un patronímico, es decir, una referencia explícita al nombre de su padre pues proviene del arameo bar Talmay, que significa “hijo de Talmay”.
“De Bartolomé no tenemos noticias relevantes; en efecto, su nombre aparece siempre y solamente dentro de las listas de los Doce citadas anteriormente y, por tanto, no se encuentra jamás en el centro de ninguna narración”.
El ahora Papa emérito recordó en su catequesis que a este santo se le identifica como Natanael: un nombre que significa “Dios ha dado”.
“Este Natanael provenía de Caná (cf. Jn 21, 2) y, por consiguiente, es posible que haya sido testigo del gran ‘signo’ realizado por Jesús en aquel lugar (cf. Jn 2, 1-11)”.
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“La identificación de los dos personajes probablemente se deba al hecho de que este Natanael, en la escena de vocación narrada por el evangelio de san Juan, está situado al lado de Felipe, es decir, en el lugar que tiene Bartolomé en las listas de los Apóstoles referidas por los otros evangelios”.
A Natanael, Felipe le comunicó que había encontrado a “ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas: Jesús el hijo de José, el de Nazaret” (Jn 1, 45).
Y en su respuesta Natanael manifestó un gran prejuicio, dijo: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” (Jn 1, 46).
El primer encuentro entre ambos lo leemos en el evangelio según san Juan:
“Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas, a Jesús de Nazaret, el hijo de José.
Y Natanael le dijo: ¿Puede algo bueno salir de Nazaret?
Felipe le dijo: Ven, y ve. Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño.
Natanael le dijo: ¿Cómo es que me conoces?
Jesús le respondió: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
Natanael repuso: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.
Respondió Jesús diciendo: ¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y añadió: En verdad, en verdad les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre”. (Jn 1,45-51)
El encuentro nos permite ver los prejuicios de la época, creían que el Mesías no podía provenir de una aldea como Nazaret, “pero, al mismo tiempo, pone de relieve la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas manifestándose precisamente allí donde no nos lo esperaríamos”, dijo el Papa Benedicto XVI en su catequesis.
La historia de Natanael también lleva a otra reflexión: “en nuestra relación con Jesús no debemos contentarnos sólo con palabras. Felipe, en su réplica, dirige a Natanael una invitación significativa: ‘Ven y lo verás’ (Jn 1, 46)”.
San Bartolomé apóstol se sintió tocado por las palabras de Jesús, ¿Cómo es que me conoces?, le dijo.
“Llega a la conclusión: este hombre sabe todo sobre mí, sabe y conoce el camino de la vida, de este hombre puedo fiarme realmente. Y así responde con una confesión de fe límpida y hermosa, diciendo: ‘Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’ (Jn 1, 49), expresó el Papa.
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El Papa Benedicto XVI concluyó su catequesis diciendo que sobre la sucesiva actividad apostólica de san Bartolomé no tenemos noticias precisas.
“Según una información referida por el historiador Eusebio, en el siglo IV, un tal Panteno habría encontrado incluso en la India signos de la presencia de Bartolomé (cf. Hist. eccl. V, 10, 3)”.
Y en la tradición posterior, a partir de la Edad Media, “se impuso la narración de su muerte desollado, que llegó a ser muy popular”.
Incluso en la conocidísima escena del Juicio final en la capilla Sixtina, Miguel Ángel pintó a san Bartolomé sosteniendo en la mano izquierda su propia piel.
Sus reliquias se veneran en Roma, en la iglesia dedicada a él en la isla Tiberina, adonde las habría llevado el emperador alemán Otón III en el año 983.
“Concluyendo, podemos decir que la figura de san Bartolomé, a pesar de la escasez de informaciones sobre él, de todos modos sigue estando ante nosotros para decirnos que la adhesión a Jesús puede vivirse y testimoniarse también sin la realización de obras sensacionales. Extraordinario es, y seguirá siéndolo, Jesús mismo, al que cada uno de nosotros está llamado a consagrarle su vida y su muerte”, aseguró el Papa Benedicto XVI.
Puedes leer aquí la catequesis completa del Papa Benedicto XVI sobre san Bartolomé apóstol
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