Para concluir su ciclo de catequesis sobre el tema de las virtudes, este 22 de mayo, en su acostumbrada Audiencia General de los miércoles, el Papa Francisco habló sobre una virtud cristiana que no forma parte del “septenario” integrado por las tres virtudes teologales y las cuatro cardinales, pero que es una marca del cristianismo desde sus inicios: la humildad.
Sobre la virtud de la humildad, el Papa Francisco explicó que es la antagonista de los vicios, ya que devuelve al orgullo y a la soberbia a su justa dimensión:
“Somos criaturas maravillosas -dijo el Santo Padre-, pero limitadas, con virtudes y defectos. La Biblia nos recuerda desde el principio que somos polvo y al polvo volveremos. “Humilde”, de hecho, viene de humus, tierra. Sin embargo, a menudo surgen en el corazón humano delirios de omnipotencia, ¡tan peligrosos! Y esto nos hace mucho mal”.
El Papa Francisco señaló que para liberarnos de la soberbia, basta contemplar un cielo estrellado para redescubrir nuestra justa medida. “Como dice el Salmo: ‘Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? o ¿Qué cosa es el hijo de Dios para que te acuerdes de él?’”.
Señaló que Jesús, en sus Bienaventuranzas, habla precisamente de las personas humildes: “‘Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos’, es la primera Bienaventuranza, porque es la base de las que siguen: de hecho, la mansedumbre, la misericordia, la pureza de corazón surgen de ese sentimiento interior de pequeñez”.
Agregó que en las primeras páginas de los Evangelios, la humildad y la pobreza de espíritu parecen ser la fuente de todo: el anuncio del ángel tiene lugar en una aldea de Galilea tan insignificante que la gente decía: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”, y es de ahí desde donde renace el mundo.
“La heroína elegida no es una pequeña reina criada entre algodones, sino una muchacha desconocida: María. Ella misma es la primera en asombrarse cuando el ángel le trae el anuncio de Dios”.
A partir de aquí -señala el Papa Francisco-, María tendrá cuidado de no pisar el escenario; y su primera decisión tras el anuncio del ángel es dirigirse a las montañas de Judá, para visitar a su prima. Añadió que las personas humildes no quieren salir nunca del propio escondimiento.
El Santo Padre señaló que la Virgen María debió haber conocido momentos difíciles, días en los que su fe avanzaba en la oscuridad; sin embargo, esto nunca hizo vacilar su humildad, que en Ella fue una virtud granítica.
“Y eso quiero subrayarlo: la humildad es una virtud granítica: la pequeñez que nos da la humildad es su fuerza invencible: es María quien permanece a los pies de la cruz, mientras se hace añicos la ilusión de un Mesías triunfante.
Finalmente, el Papa Francisco señaló que la humildad lo es todo, pues es lo que nos salva del maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices; es también la fuente de la paz en el mundo y en la Iglesia. “Donde no hay humildad hay guerra, hay discordia, hay división. Dios nos ha dado un ejemplo de ella en Jesús y María, para nuestra salvación y felicidad. La humildad es la vía y el camino a la salvación”.
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