En su Audiencia General de este 19 de enero, y para dar continuidad a su ciclo de catequesis sobre san José, el Papa Francisco abordó el tema de “San José como padre en la ternura”. El Santo Padre reflexionó sobre este aspecto del padre adoptivo de Jesús, quien -dijo- lo enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos, como el “padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina para darle de comer”.
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El Papa Francisco señaló que, de san José se puede intuir que el hecho de haber sido un hombre justo influyó en la educación que le dio a Jesús, al que vio crecer en sabiduría, en estatura y en gracia.
Asimismo, el Papa Francisco recordó que, en la parábola del Padre misericordioso, Jesús hace referencia a la paternidad de Dios, quien, sin detenerse en los errores de su hijo, lo acoge con ternura y alegría, con una actitud desbordante y gratuita de amor y de perdón que supera toda lógica humana.
Podemos preguntarnos -dijo- si dejamos que Dios nos ame con esa misma ternura, para que, llenos de su amor, seamos capaces de amar así a los demás. “La ternura -explicó en este sentido-, no es en primer lugar una cuestión emotiva o sentimental, sino la experiencia de sentirse amados y acogidos en nuestra pobreza y miseria, y por lo tanto transformados por Dios”.
Señaló que asimismo, la parábola del Padre misericordiosos, que relata el evangelista Lucas, subraya, además de la experiencia del pecado, la manera en que el perdón alcanza a las personas que se han equivocado.
Tras señalar que “Dios no sólo confía en nuestros talentos, sino también en nuestra debilidad redimida”, el Santo Padre recordó de forma particular a las personas que están en la cárcel. “Es justo que quien se ha equivocado pague por su error, pero es igualmente justo que quien se ha equivocado pueda redimirse del propio error”.
Así, el Papa Francisco concluyó su Audiencia General de este miércoles con una sentida oración a san José:
San José, padre en la ternura,
enséñanos a aceptar ser amados en lo que en nosotros es más débil.
Haz que no pongamos ningún impedimento
entre nuestra pobreza y la grandeza del amor de Dios.
Suscita en nosotros el deseo de acercarnos al Sacramento de la Reconciliación,
para ser perdonados y también capaces de amar con ternura
a nuestros hermanos y a nuestras hermanas en su pobreza.
Sé cercano a aquellos que se han equivocado y por esto pagan un precio;
ayúdales a encontrar, junto a la justicia, también la ternura para poder volver a empezar.
Y enséñales que la primera forma de volver a empezar
es pedir perdón sinceramente, para sentir la caricia del Padre.
Con información de Vatican News
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