El Papa Francisco durante la Audiencia General. Foto: Vatican Media
El Papa Francisco aseguró que sólo al ser transformados por Cristo sabremos que no debemos luchar contra las personas, sino contra el mal que inspira sus acciones.
En la Audiencia General de este miércoles 9 de octubre, el Pontífice centró su catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles en Saulo, quien pasó de perseguidor a evangelizador (Hechos de los Apóstoles 9, 3-6).
El Papa Francisco remarcó el hecho de que Saulo persiguiera y capturaba a los cristianos pensando en servir a la ley del Señor y se dirigió a las personas presentes pertenecientes a pueblos en los que las dictaduras hacen esto mismo, que conocen lo que esto significa.
De este modo, el Santo Padre expuso que el joven Saulo es descrito como “un intransigente, es decir, uno que manifiesta intolerancia con los que piensan diferente a él, absolutiza su propia identidad política o religiosa y reduce al otro a un enemigo potencial contra quien combatir”.
La rabia que alberga Saulo, para el Obispo de Roma, es una invitación a preguntarnos sobre cómo vivimos nuestra vida de fe, si esta nos hace ir al encuentro de los demás, incluso a los que son distintos, o si nos sentimos parte de una Iglesia universal (“buenos y malos, todos”) o presentamos una “ideología selectiva”.
El Papa Francisco destacó que mientras Saulo estaba ocupado en extirpar la comunidad cristiana, el Señor ya estaba en su camino para “tocar su corazón y convertirlo a Sí mismo”:
“En el camino hacia Damasco, el Resucitado se manifestó a Saulo y le pidió cuentas de su furor fratricida, preguntándole: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Así, el Señor Jesús dejó claro que perseguir a un miembro de la Iglesia era hacerlo a Él mismo. Después de ese encuentro personal con Cristo, Saulo perdió la vista, quedó ciego, y pasó de ser un hombre fuerte e independiente a estar limitado y necesitado de los demás. Y comenzó para él una transformación, como una “pascua personal” que va de la muerte a la vida: lo que antes estimaba gloria se transformó en “basura”, porque su verdadero tesoro ya era Cristo”, dijo el Papa.
Y con estas últimas palabras, añadió, “el Resucitado manifiesta su ser una sola cosa con los que creen en Él: ¡atacar a un miembro de la Iglesia es atacar al mismo Cristo! También los que son ideólogos porque quieren el ‘purismo’ –entre comillas- de la Iglesia, atacan a Cristo”.
Con información de Zenit y Vatican News
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