Habitamos un planeta que presenta fracturas y sufre “dolores de parto”. La devastación de nuestra Casa Común se ha constituido en una crisis climática. Dicha situación, tiene efectos demoledores a muchos niveles que se manifiesta en eventos meteorológicos extremos como huracanes y sunamis, incremento del nivel del mar y la escasez de agua, el desplazamiento forzado de miles de personas por la devastación del territorio donde viven, la afectación en la producción de alimentos y su carestía, entre otros efectos negativos.
La situación en la que vivimos merece una urgente atención, ya que como menciona el Papa Francisco en el más reciente documento de su magisterio social, la exhortación Apostólica Laudate Deum [Alaben a Dios]: “(…) con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre” (LD 2).
Este documento se enmarca en la Doctrina Social de la Iglesia y el cuidado de la casa común. Sigue la propuesta de una ecología integral, desarrollada en la encíclica Laudato Sí del año 2015. Esta dirigido a mover conciencias de “todas las personas de buena voluntad” y hace un llamado a las autoridades mundiales, que se reunirán en la en la COP 28 de Dubai, para que logren acuerdos y se pueda mitigar el calentamiento global, así como escalar compromisos para evitar el aumento de la temperatura global.
Los gobiernos del mundo, coordinados por la Organización de las Naciones Unidas, ante esta creciente crisis climática, han organizado reuniones anuales denominadas Conferencias sobre el clima (COP) desde 1992. Se trata de reuniones anuales a la que asisten actualmente 200 países para discutir y tomar acuerdos para evitar y mitigar los efectos del cambio climático. La COP28 es la vigésimo octava Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2023.
En México tenemos la experiencia dolorosa del huracán “Otis”, originalmente una tormenta tropical que en unas horas adquirió una fuerza descomunal, casi inédita e inesperada, que causó muchos daños materiales y cobró muchas vidas en todo el puerto de Acapulco y otras comunidades. El meteoro afectó principalmente a la población más pobre. Científicos han opinado que la fuerza descomunal alcanzada por la tormenta tropical que en poco tiempo alcanzó el nivel 5 de fuerza, el más alto para un huracán, está asociado al calentamiento de las aguas en la costa de Guerrero y que fue caldo de cultivo para el huracán.
El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad, especialmente para los gobiernos y las personas más vulnerables que son las que generalmente sufren los peores efectos del impacto de estos fenómenos y como señala el Papa Francisco citando a los obispos del África, “pone de manifiesto «un impactante ejemplo de pecado estructural»” (LD3).
Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. Por eso, cuidar de los más frágiles implica cuidar de la Casa Común y de los más pobres de nuestros hermanos que habitan las periferias.
El Papa Francisco es un comprometido con el Cuidado de la casa Común. Su enseñanza al respecto, se inserta en la Tradición del Magisterio social en la que también han contribuido para cuidar nuestro planeta San Juan Pablo II y Benedicto XVI, por citar sólo a los más recientes.
Una nota característica del Magisterio social del Papa Francisco es que a las palabras le acompañan sus hechos. En este sentido, hace unas semanas, apenas publicada la exhortación Laudate Deum, anunció su presencia, como líder mundial y jefe del Estado Vaticano en la COO 28 de Dubai. Lamentablemente un problema de salud se lo va a impedir. Pero con ese gesto nos invita a todos a contribuir en el cuidado de esta casa común, nuestro planeta que ha sido creado en un acto amoroso por nuestro Padre Dios.
Por eso, hay una nota de esperanza en el mensaje del Papa, porque “si confiamos en la capacidad del ser humano de trascender sus pequeños intereses y de pensar en grande, no podemos dejar de soñar que esta COP28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente” (LD 54).
Por eso, todas las pequeñas acciones de cuidado que podamos hacer, van a contribuir en el cambio estructural que le permita a nuestra casa común, continuar dándonos vida y cuidados.
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