El Papa Francisco durante la impartición de la bendición 'Urbi et Orbi'. Foto: Especial.
Como es tradición en la celebración de la Navidad, el Papa Francisco impartió la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad de Roma y al mundo), con las siguientes palabras:
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“Que el Señor Jesús, nacido de la Virgen María, traiga a todos ustedes el amor de Dios, fuente de fe y de esperanza; junto con el don de la paz, que los ángeles anunciaron a los pastores de Belén: ‘¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por Él!’”.
El Santo Padre señaló que Jesús viene para acompañar nuestra vida cotidiana, para compartir todo con nosotros: alegrías y dolores, esperanzas e inquietudes. “Viene como un Niño indefenso. Nace en el frío, pobre entre los pobres. Necesitado de todo, llama a la puerta de nuestro corazón para encontrar amparo”.
En su mensaje al mundo con motivo de la impartición de la bendición Urbi et Orbi, el Papa Francisco señaló que es necesario deshacernos de las cargas que no nos permiten seguir a Jesús, el Príncipe de la Paz, “esas mismas cargas negativas que impidieron que el rey Herodes y su corte reconocieran y acogieran el nacimiento de Jesús: el apego al poder y al dinero, la soberbia, la hipocresía y la mentira”.
El Papa Francisco aseguró que el mundo actualmente está viviendo una grave carestía de paz, no sólo en Ucrania, sino también en otras regiones del mundo: como en Siria, aún martirizada por un conflicto que no ha terminado, sólo pasó a segundo plano; o en Tierra Santa, donde aumenta la violencia y los conflictos, con muertos y heridos.
Señaló que estos son los escenarios de una ‘tercera guerra mundial’ que actualmente se vive, aunados al hambre que se sufre en países del Cuerno de África, ya que las guerras provocan hambre, y usan la comida como arma, impidiendo su distribución a los pueblos que ya están sufriendo.
“Y no nos olvidemos hoy de tantos migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de consuelo, calor y alimento. No nos olvidemos de los marginados, de las personas solas, de los huérfanos y de los ancianos que corren el riesgo de ser descartados; de los presos que miramos sólo por sus errores y no como seres humanos”.
Belén -dijo el Santo Padre- muestra la sencillez de Dios, que no se revela a los sabios y a los doctos, sino a los pequeños, a quienes tienen el corazón puro y abierto como los pastores.
“¡Feliz Navidad a todos!”, finalizó el Papa Francisco.
Con información de Vatican News
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