Durante la solemnidad de san José, el Papa Francisco elevó una oración especial por las personas que están en prisión y por sus familias, pues viven momentos difíciles debido a la pandemia de coronavirus COVID-19.
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“Recemos hoy por los hermanos y hermanas que están en las cárceles: ellos sufren mucho, por la incertidumbre de lo que sucederá dentro de la cárcel, y también pensando en sus familias, cómo están, si alguien está enfermo, si falta algo. Estamos cerca de los detenidos, hoy, que sufren tanto en este momento de incertidumbre y dolor”.
En su homilía en la Misa en Santa Marta este 19 de marzo, el Papa Francisco dijo que san José era un hombre justo, un hombre fiel, capaz de entrar en el misterio de Dios.
“José es un hombre de fe: por eso era justo. No sólo porque creía, sino también porque vivía esta fe. Fue elegido para educar a un hombre que era un verdadero hombre pero que también era Dios: se necesitaba un hombre-Dios para educar a un hombre así, pero no había. El Señor eligió a un hombre de fe. Un hombre capaz de ser un hombre y también capaz de hablar con Dios, de entrar en el misterio de Dios. Y esta fue la vida de José”.
Añadió que la santidad de José fue llevar adelante su vida, su oficio con rectitud, con profesionalidad; y de momento, entrar en el misterio. “Cuando el Evangelio nos habla de los sueños de José, nos hace entender esto: entrar en el misterio”.
Dijo que si la Iglesia viva no puede entrar en la “concreción del misterio”, entonces estará a la mitad, pues será una asociación piadosa, “llevada adelante por prescripciones, pero sin el sentido de la adoración. Entrar en el misterio no es soñar; entrar en el misterio es precisamente esto: adorar. Entrar en el misterio hoy es hacer lo que haremos en el futuro, cuando lleguemos a la presencia de Dios: adorar”.
Antes de concluir la Misa, el Papa Francisco invitó a todos los que siguen la Misa por televisión a hacer la Comunión espiritual, en estos momentos de crisis sanitaria por el coronavirus. En Italia se suspendió la participación de los fieles en las ceremonias para evitar contagios.
El Papa Francisco terminó la celebración con la adoración y la bendición Eucarística.
A tus pies, oh Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se abandona en su nada y en Tu santa presencia.
Te adoro en el sacramento de tu amor, deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece. En espera de la felicidad de la comunión sacramental, quiero tenerte en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vaya hacia Tí. Que tu amor pueda inflamar todo mi ser, para la vida y para la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Que así sea.
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