El Papa Francisco celebró este Jueves Santo la Misa de la Cena del Señor en la cárcel de Civitavecchia donde lavó los pies a 12 personas detenidas, nueve hombres y tres mujeres de diferentes edades y nacionalidades.
El rito del lavatorio de pies se realiza en recuerdo del mismo gesto que realizó Jesús en la Última Cena cuando se levantó y lavó los pies de sus apóstoles, recordándoles que están llamados a servir.
Es un rito conmovedor y en los videos que dio a conocer la agencia Vatican News, oficial del Vaticano, se puede ver a presos y asistentes agradecer al Papa el gesto y soltar algunas lágrimas.
Balduz fue uno de ellos, se quitó el cubreboca y besó la mano del Papa, luego apoyó su frente en ella. Lo hizo cuatro veces. En Egipto, de donde procede, es un signo de máxima gratitud, explicó la agencia Vatican News.
“Gracias”, le dijo Balduz al Papa. Tras cuatro meses y medio en la cárcel, volverá a la libertad el 8 de junio.
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Entre los presentes también estuvo Daniele, de 38 años, quien era presidente de una asociación de niños discapacitados y acabó en la cárcel “por una tontería”, aseguró a la agencia vaticana.
“Durante la pandemia hubo escasez de dinero y tuve que delinquir”. Le dieron dos años de cárcel y pronto volverá con su familia. Sobre su cuello llevaba un rosario de plástico azul. El Papa, después de haberle lavado los pies, le invitó a rezarlo todos los días. “Por supuesto”, le dijo el joven.
Las personas que recibieron el lavatorio de pies no se conocen entre sí, proceden de las distintas secciones de la prisión situada en las afueras de la ciudad de la ciudad de Roma, en la provincia del Lacio. En ella hay 530 reclusos, la mayoría mujeres.
En su homilía, el Papa Francisco les recordó que Dios perdona siempre, somos nosotros los que a veces nos cansamos y olvidamos de pedir perdón.
El Santo Padre enfatizó que en la Última Cena ocurrió “una cosa extraña: “Jesús lavando los pies del traidor, del que le vende”.
“Jesús nos enseña esto, sencillamente: entre ustedes deben lavarse los pies. Uno sirve al otro, sin interés: qué hermoso sería que esto se hiciera todos los días y a todas las personas”. “Sin intereses”, repitió el Papa.
“¡Dios lo perdona todo y Dios siempre perdona! Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”.
“Pidan perdón a Jesús”, les insistió el Papa Francisco. “Hay un Señor que juzga, pero es un juicio extraño: el Señor juzga y perdona”.
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