“Es triste ver cuán simple y conveniente se ha vuelto, para algunos, negar la existencia de vida como solución a problemas que pueden y deben ser resueltos tanto para la madre como para el niño no nacido”.
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Con estas palabras, el Papa Francisco reprochó a la comunidad internacional que se promueva el aborto como un “servicio esencial” de la respuesta humanitaria contra los efectos de la pandemia del coronavirus COVID-19.
En un mensaje en video con ocasión de la 75 Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, el Santo Padre defendió el derecho a la vida.
Imploro, pues, a las autoridades civiles que presten especial atención a los niños a quienes se les niegan sus derechos y dignidad fundamentales, en particular, su derecho a la vida y a la educación.
El Papa Francisco lamentó que, alrededor del mundo, millones de niños no pueden regresar a la escuela.
“En muchas partes del mundo esta situación amenaza un aumento del trabajo infantil, la explotación, el maltratado y la desnutrición”.
El Santo Padre defendió nuevamente la necesidad de garantizar que la vacuna contra el coronavirus COVID-19 sea accesible para los más pobres y no sólo para los privilegiados.
“Renuevo el llamado a los responsables políticos y al sector privado a que tomen las medidas adecuadas para garantizar el acceso a las vacunas contra el COVID-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para atender a los enfermos”.
“Y si hay que privilegiar a alguien, que ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”.
Por último, el Santo Padre alertó que de una crisis de estas características no se sale igual: “o salimos mejores o salimos peores”.
“Por ello, en esta coyuntura crítica, nuestro deber es repensar el futuro de nuestra casa común y proyecto común. Es una tarea compleja, que requiere honestidad y coherencia en el diálogo, a fin de mejorar el multilateralismo y la cooperación entre los Estados”.
“Esta crisis subraya aún más los límites de nuestra autosuficiencia y común fragilidad y nos plantea explicitarnos claramente cómo queremos salir: mejores o peores. Porque repito, de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores”.
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