El Papa Francisco presidió este martes la Santa Misa por la fiesta de la Presentación del Señor, en que Iglesia celebra la XXV Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en El Vaticano.
En su homilía, a propósito del pasaje evangélico del anciano Simeón, el Santo Padre recordó que “Dios nos espera sin cansarse mucho” y agregó que, para los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de la Sociedad de Vida Apostólica, hay tres “lugares” en los que la paciencia toma forma concreta:
“Un día respondimos a la llamada del Señor y, con entusiasmo y generosidad, nos entregamos a Él. En el camino, junto con las consolaciones, también hemos recibido decepciones y frustraciones”.
“Puede ocurrir, en nuestra vida de consagrados, que la esperanza se desgaste por las expectativas defraudadas. Debemos ser pacientes con nosotros mismos y esperar con confianza los tiempos y los modos de Dios: Él es fiel a sus promesas. Recordar esto nos permite replantear nuestros caminos y revigorizar nuestros sueños, sin ceder a la tristeza interior y al desencanto”.
“Las relaciones humanas, especialmente cuando se trata de compartir un proyecto de vida y una actividad apostólica, no siempre son pacíficas. A veces surgen conflictos y no podemos exigir una solución inmediata, ni debemos apresurarnos a juzgar a la persona o a la situación: hay que saber guardar las distancias, intentar no perder la paz, esperar el mejor momento para aclarar con caridad y verdad”.
“En nuestras comunidades necesitamos esta paciencia mutua: soportar, es decir, llevar sobre nuestros hombros la vida del hermano o de la hermana, incluso sus debilidades y defectos. Recordemos esto: el Señor no nos llama a ser solistas, sino a formar parte de un coro, que a veces desafina, pero que siempre debe intentar cantar unido”.
“Necesitamos esta paciencia para no quedarnos prisioneros de la queja: “el mundo ya no nos escucha”, “no tenemos más vocaciones”, “vivimos tiempos difíciles”. A veces sucede que oponemos a la paciencia con la que Dios trabaja el terreno de la historia y de nuestros corazones la impaciencia de quienes juzgan todo de modo inmediato. Y así perdemos la esperanza”, dijo el Papa Francisco.
Por último, el Papa Francisco aseguró que todos aquellos que han elegido el camino de la vida consagrada, “necesitamos la paciencia valiente de caminar, de explorar nuevos caminos, de buscar lo que el Espíritu Santo nos sugiere”.
“Contemplemos la paciencia de Dios e imploremos la paciencia confiada de Simeón, para que también nuestros ojos vean la luz de la salvación y la lleven al mundo entero”.
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